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sábado, 23 de octubre de 2010

MAQUINAS ALIMENTARIAS: LA ANOREXIA MENTAL COMO PRESIÓN SELECTIVA



MAQUINAS ALIMENTARIAS: LA ANOREXIA MENTAL COMO PRESIÓN SELECTIVA.
 Director del
Área de Salud Mental
Hospital Provincial Castellón de la Plana
Francisco Traver Torras

La opulencia alimentaria es un fenómeno tan reciente y ubicuo que no nos puede hacer perder de vista que hasta hace recientemente poco tiempo las hambrunas consumían grandes partes de la población en nuestra hoy opulenta Europa. Es posible afirmar que el ser humano se ha enfrentado desde su origen como especie a las terribles consecuencias de la falta de alimento tanto por las condiciones climáticas adversas, como por la dificultad en acceder a los alimentos de un modo programado y previsible
 Aun hoy el hambre es un azote para media humanidad y las enfermedades consuntivas que se derivan de ella  la principal causa de muerte infantil tanto en Africa como en Sudamérica sin que hayamos sido capaces de articular estrategias globales para erradicar ese mal.
En un orden de cosas más novelesco es posible imaginarse al Homo Sapiens como un forrajeador constante en busca de frutas, vegetales, raíces, pequeños reptiles y huevos que debía andar varios kilómetros diarios para procurarse el alimento necesario para un solo día, para volver después a su base de operaciones. Eso suponiendo que nos lo imaginemos instalado en un campamento o abrigo permanente, cuestión que hoy se pone en cuestión debido precisamente a esa necesidad nomádica que probablemente le hacia alejarse cada vez más dejando atrás paisajes esquilmados por él mismo: una actitud que el hombre sólo pudo abandonar haciéndose sedentario bien entrada la historia reciente y con ella el nacimiento de la agricultura.
Las cacerías y la dieta carnívora fueron probablemente una excepción. Con o sin herramientas es difícil imaginarse un Sapiens cazador con la única arma de sus brazos, su resistencia para la carrera o sus trampas artesanales, con todo es posible imaginarse que puntualmente alguna bestia enferma o herida cayera en sus manos y con ella las proteínas necesarias para darse un festín o - en clave más actual - un atracón.
Más probablemente los humanos se iniciaron como especie carroñera y probablemente caníbal alternando con sus forrajeos, aunque ambas estrategias no resultaran evolutivamente estables y terminaran por extinguirse a favor de una dieta omnívora pero predominantemente vegetariana que compartieron tanto machos como hembras, aunque en este sentido no hace falta utilizar el verbo compartir en tanto que ese forrajeo necesario para la alimentación pudo ser individual y autónomo con la sóla excepción de la hembra y sus crías destetadas.
Las actividades a las que más tiempo debieron dedicar nuestros ancestros del paleolítico debieron ser la continua búsqueda  para el consumo diarios de alimentos: una búsqueda que debió ir evolucionando desde ese forrajeo individual hacia otras formas de compartir alimentos cuando las estrategias de caza lograron ser mas eficaces sobre todo con la invención de las primitivas armas de sílex
Compartir debió representar algo así como especializarse en algo, una especialización que volveremos a retomar en el capitulo sobre la agresión pero que aquí conviene conocer de pasada porque representó un cambio en la organización social de la horda: si unos se dedicaban a la caza, otros debieron dedicarse a la magia para invocar a la buena suerte, otras debieron seguir dedicándose al forraje y otras al cuidado de las crías. Este reparto de tareas ha sido señalado por Fischer (Fischer 1984) como el resultado de la ganancia de intimidad entre la pareja humana y probablemente lo fue.
Alimentarse, como beber o aparearse no necesitan explicación, simplemente suceden, se trata de la emergencia de un instinto, lo que cambia en los humanos es la organización social que modela este instinto, pero no el instinto en sí. Aunque para ser exactos los instintos necesitan alguna explicación dado que estamos acostumbrados a pensarlos como un fin en si mismo, de un modo finalista: el instinto de alimentarse puede considerarse una pulsión autónoma, como sucede con los cuatro grandes (huir, aparearse, agresión) y toda pulsión precisa de un impulso. No hay pulsión sin impulso (Lorenz 1971) y en este caso, en el caso de la alimentación el impulso es el hambre. Sin embargo el hambre no es la causa de la alimentación, dado que en la misma participan aun otras pulsiones que nada tienen que ver con la alimentación, por ejemplo la sexualidad y el gregarismo (otra de las pulsiones menores del instinto). En este sentido el carácter actual con el que se contemplan los instintos es una especie de disociación entre propósito y causalidad: el propósito del hambre es satisfacerse pero la causa de la alimentación no es el hambre sino una malla intencional que entronca con otras fuentes del ánimo.
Aunque es igualmente eficaz de cara a la reproducción, no es lo mismo copular de espaldas que copular de cara mientras se observa a la pareja. La especie humana nunca hubiera podido evolucionar si no hubieran habido ciertos cambios en la vagina de la hembra humana. De no haberse producido un giro de 90º en el sentido de la anteversión ese tipo de copula nunca hubiera podido tener lugar y por tanto el apego y el vinculo entre las parejas tampoco hubiera sido posible.
Comer para los humanos no consiste solamente en el forrajeo individual, comer significa compartir, algo esencialmente humano emparentado con los instintos gregarios que viene a substituir a los rituales alimentarios de los animales, y que - no obstante- siguen manteniendo algunos vestigios derivados del comensalismo. Comer para los humanos significa algo más que alimentarse tal y como se deduce de la propia etimología de la palabra comer (cum cudere) "estar o compartir algo con alguien". Basta con comer sólo para saber a que me estoy refiriendo: la mayor parte de las personas que comen a solas, comen de pie, rápidamente, comida fría o escasamente elaborada, picotean o apacentan, pero no comen en el sentido ampliado de la palabra. Comer significa sobre todo hablar mientras se come, comentar, educar o instruir, un placer que precisa ser compartido, comunicado y legitimado por alguien que es el que en definitiva opera la necesaria abreacción del resto instintivo que se vincula con el acto de la alimentación.
El comensalismo (Bilz 1971) es una conducta ampliamente representada en la naturaleza que viene a representar algo así como un turno en el acceso a la comida o por decirlo en palabras de Lorenz "un orden de picada", que viene a representar a la propia jerarquía o rango entre los animales. Lo usual es que los machos dominantes se alimenten primero y después las hembras y los cachorros. Un rasgo que es aun observable entre la forma en que se alimentan los grandes depredadores y donde el único altruismo que es posible reconocer es el ubicuo altruismo alimentario de la hembra con su cría. El comensalismo representa pues la alimentación social.
No todos lo animales se alimentan siguiendo estas reglas sociales de los leones, otros optan por otra conducta muy curiosa que se denomina"vagabond feeding" (alimentación vagabunda). Consiste en comer deprisa y a solas, esconder  o enterrar comida, robar comida y sobre todo hacerlo mientras se está de pie o de un modo furtivo. El "vagabond feeding" representa un modo individualista y "esquizoide" de alimentarse en cualquier caso una alimentación sin relación al rango
En ambos casos, tanto en el comensalismo como el "vagabond feeding" están presididos por unas reglas de rango y territoriales no escritas que penalizan ampliamente sobre todo a los intrusos como sucede con la agresión en general, hecho del que se desprende una de las grandes reglas de la etología: "el que lucha en su territorio lleva siempre las de ganar", un aspecto modificado del cual sería "que aquel que conserva su territorio o su rango tiene más posibilidades de sobrevivir y de llevarse el mejor bocado"
En general la alimentación está presidida por grandes reglas que tienen que ver con el territorio, el rango y la agresión extraespecífica de las que ya hablaremos en respectivos capítulos.
¿En qué condiciones puede afectarse este instinto natural de alimentación?
En aquellas situaciones que representen perdidas de territorio, disminuciones en el rango social o la amenaza de intrusos en el territorio
Vieira (1979) ofrece la observación de que los animales salvajes recién enjaulados rechazan el alimento en condiciones de hacinamiento o de estrechez. Hediger (1953)  interpretó que si el animal no disponía de un refugio para poder tener cierta intimidad a relativa distancia de las rejas deja de alimentarse ofreciendo un modelo animal de inanición.
En casi todos los animales salvajes hay que preservar, en condiciones de cautividad, un equilibrio entre la distancia de huida y la distancia de ataque, un equilibrio que se halla en oscilación critica y que se relaciona con la alimentación y con la agresión. Asimismo señala Demaret (1983) que en aquellas especies con una jerarquía muy acusada y que se expresa con una distancia interindividual, la proximidad de un animal dominante inhibe el comportamiento alimentario del dominado que en todo caso se servirá el primero (Bilz 1971)
Estas explicaciones me sirven ahora para ilustrar el misterio clínico de la anorexia humana , una enfermedad multicausada y que según Plogg (1964) pudiera tener alguna relación con la intromisión de la madre en el territorio de la adolescente, bien sea a causa de su conducta solicita o bien a  causa de la propias directrices educacionales: la madre puede invadir el territorio lábil del psiquismo prepúber que puede terminar por fomentar la aparición de la anorexia. Sin embargo las cosas no son así de sencillas en los humanos.
¿Cómo explicar el miedo a engordar?, un temor difícil de explicar desde la teoría evolutiva pero un síntoma común que atraviesa de parte a parte a nuestros conciudadanos y sobre todo a esas mujeres que conocemos con el nombre de anoréxicas.
Como es sabido la anoréxica no es simplemente una mujer que ha perdido el apetito, es sobre todo una mujer que rechaza el peso que le correspondería por su talla y edad. Este rechazo no siempre esconde una distorsión del esquema corporal o una total falta de sentido común respecto a la perdida de salud. Naturalmente tampoco es una forma sutil de suicidio. Pero entonces qué es la anorexia? ¿Qué puede aportar la psicopatología evolutiva?
Para explicar mejor mi opinión sobre este aspecto listaré a continuación algunas verdades irrefutables sobre la anorexia e intentaré más tarde construir su matriz de significados.
1.- La anorexia afecta sobre todo a jóvenes postpuberales
2.- La anorexia es un estado de inanición electivo
3.- La anorexia se solapa con infertilidad
4.- La anoréxica da mucha importancia a la imagen, a la belleza y a los rendimientos.
5.- La anorexia es una condición de autosacrificio.
6.- La anoréxica conserva su capacidad de cuidar de otros.
7.- Existe un horror fóbico a ganar peso.
Estas siete verdades generales nos dan algunas pistas sobre posibles procedencias genéticas y también sobre el origen ambiental de la dolencia. Podríamos afirmar que los genes implicados tendrían que ver con la inanición, el miedo, la competitividad y el altruismo alimentario, además podemos - siguiendo nuestra labor detectivesca - asegurar que es una enfermedad de mujeres (predominantemente) y también podemos involucrar a los memes relacionados con la belleza física, el miedo sanitario a la obesidad y la mitología del rendimiento y del éxito.
Vamos a verlos uno a uno.
LA INANICIÓN
No cabe ninguna duda de que las hambrunas o bien los largos periodos de ayuno combinados con cortas experiencias de abundancia han sido la lacra más importante, junto con los ataques de las fieras que la raza humana ha tenido que soportar en su viaje evolutivo. La búsqueda, almacenamiento, distribución, recolección y discriminación entre lo comestible de lo venenoso han sido seguramente una de las tareas que mas tiempo han ocupado entre los hombres primitivos hasta la invención de la agricultura. La caza, pesca y la recolección de vegetales, frutos y raíces han sido desde que el hombre abandonó la carroña la base de su sustento alimentario y es posible suponer que la distribución de alimentos no se realizó de una manera equitativa en los clanes originales y primitivos sino regulada por las mismas reglas que aun hoy gobiernan los intercambios entre humanos: la rapiña egoísta y el altruismo heroico.
Algunos antropólogos como Fischer[i] añaden además que la mujer accedió a la alimentación carnívora más tarde que el hombre y especula en torno a la teoría de que la carne fue una forma de intercambio sexual que precipitó la mutación hacia la "continua disponibilidad" de la hembra humana desde un ciclo anual, hasta la conocida regla lunar de una duración de 28 días, dicho de otra forma: el abandono del estro y con él del celo pudo deberse a causas de presión evolutiva relacionadas con la alimentación. Este ciclo frecuente indujo notables cambios en las organizaciones humanas fuera o no al precio de la carne: modificó las relaciones entre los sexos en el sentido de que favoreció el contacto regular y afectivo entre macho y hembra y probablemente  fortaleció los vínculos familiares y sociales. Lo que me interesa señalar en este momento es que con independencia de la teoría de Fischer en cuanto a que la carne tuviera algo que ver en este intercambio, es innegable que la mujer tiene una mayor resistencia a la inanición (Lasègue 1870) lo que induce a especular legítimamente en una resistencia lograda a través de millones de años de adiestramiento en la recolección al verse privada de los bienes alimentarios más nutritivos: las proteínas animales.
De manera que si existiese un gen llamado "resistencia a la inanición" este gen se encontraría ampliamente representado en el género femenino. En realidad se hallaría relacionado con el metabolismo y fisiología de la serotonina, dado que la ingestión proteica está mediada por este neurotransmisor.
 Aunque la anorexia (como casi todas las enfermedades mentales) no puede explicarse con el concurso de un solo gen, es evidente que al menos uno de entre ellos debería estar relacionado con alguna avería en la maquinaria que regula la síntesis de las hormonas relacionadas con "el aprovechamiento calórico" y la reducción de las necesidades energéticas hasta niveles de supervivencia mientras la homeostasis se mantiene, a su vez, estable, después de reducir al máximo el gasto que en la mayor parte de las hembras se reduce básicamente a sus reglas que por si mismas representan una perdida importante de sus reservas de hierro.
Naturalmente la inanición parece que por si misma no representa una estrategia evolutivamente estable dado que puede conducir a la muerte individual. Si la consideramos como una estrategia diseñada para obtener beneficios de la subfertilidad sin embargo, podemos empezar a vislumbrar cierto provecho para las hembras que la adoptaran.
Efectivamente y siempre que esta estrategia se adoptara "durante un cierto tiempo", las ventajas competitivas de estas hembras podrían haberse visto beneficiadas en sus códigos reproductivos. Me estoy refiriendo a la subfertilidad inducida por una alimentación pobre pero no ausente y me estoy refiriendo a una subfertilidad relativa que alargara la aparición de la primera menstruación y propiciara - no obstante- los intercambios sexuales sin riesgo de embarazo.
Estas hembras podrían haberse visto durante más tiempo libres de sus tareas de maternaje y podrían haberse desplazado más y mejor sin el peso y las cargas suplementarias derivadas de la crianza, sin dejar de mantener relaciones sexuales. Podrían haber mantenido más relaciones sexuales con más parejas sin pagar el costo adicional del embarazo y haber obtenido una mayor cantidad de intercambios (afectivos y materiales) a partir de su "disponibilidad estéril" que las otras hembras embarazadas o esquivas.
Con ello no quiero decir que la anorexia fuera inventada en el paleolitico. No hacia falta, del mismo modo la bulimia es seguro que no existía en el pleistoceno y sin embargo es muy posible que nuestros antepasados recurrieran al atracón y a la siesta en cuanto tuvieran ocasión. Del mismo modo es imposible pensar que el Sapiens tuviera algún tipo de presión por la puntualidad o sobre la conducta ociosa que aún no se habían socializado.
La anorexia de la mujer actual es una forma de inanición electiva que no por ser electiva pierde su condición de inanición: una condición similar clínicamente a la inanición que vemos por otras causas. En realidad el cuadro somático y psicológico de la anorexia nos era ya conocido, porque coincide con los cuadros que se conocen de situaciones catastróficas como los individuos sometidos a confinamiento en campos de concentración o cárceles o las derivadas de enfermedades consuntivas como la tuberculosis. Lo que cambia a través de la historia es la patoplastia de la enfermedad pero no la enfermedad en si, las causas medievales para la inanición eran probablemente de carácter espiritual o de un mimetismo de la espiritualidad, las causas decimonónicas pudieron ser sexuales como las causas de hoy son esencialmente estéticas.
En el paleolitico no pudo haber anorexia porque la inanición era una forma de presión selectiva, no de una forma electiva como aun sucede en los países subdesarrollados, lo cual no presupone que una vez terminado el periodo de hambruna ya no puedan darse casos de inanición. Si la resistencia a la inanición es un programa genético ha tenido que sobrevivir porque ha encontrado razones poderosas para convertirse desde un potencial trozo de basura genética a una estrategia evolutivamente estable. La razón más poderosa que encuentro para que este programa haya persistido es su relación con la subfertilidad que en otro tiempo pudo constituir una conducta adaptativa a las condiciones de vida derivadas de la impredictibilidadde la alimentación.
Una subfertilidad similar al de la mujer lactante, aunque sin las servidumbres del nursing, similar al de la mujer embarazada pero sin las servidumbres del peso y por último una subfertilidad similar al de la mujer menopáusica (suponiendo que hubiera menopáusicas en el paleolitico) sin la sobrecarga de la edad.
Algunos autores como Dawkins suponen que la menopausia es también un programa arcaico derivado del nursing. Si no hubiera menopausia la mujer podría seguir teniendo hijos abandonando a su suerte a los nietos. Una mujer debe de hacer balance entre el cuidado que dispensará a sus hijos (el 50% de sus genes) del cuidado que dispensará a sus nietos (el 25 % de sus genes) como mucho antes hubo de hacer entre sus tareas de reproducción y teaching, adoptando una estrategia idónea para adaptar el tamaño de sus camadas o nidadas a su disponibilidad de crianza.
Aun hoy las mujeres gráciles, pequeñas o de aspecto débil cuentan con un atractivo suplementario al de su juventud o belleza. Es muy probable que la evolución haya maximizado la expresión genética de la inanición (en realidad de la resistencia a la misma) a partir de las ventajas suplementarias que durante millones de años estas mujeres acumularon como patrimonio genético. Un patrimonio genético que desparramaron a toda la humanidad como una potencialidad para resistir futuras hambrunas o como sucede hoy para resultar atractivas y reversiblemente estériles.
EL MIEDO
Ya hemos hablado de que el miedo es una emoción innata que precisa codificarse -colgarse- de algo (un símbolo o una imagen) que represente al temor que debe evitarse con el fin de no sufrir daños. Esa es la definición postdeterminista que se instaló en el hombre desde que descubrió el símbolo, se trata de una definición adaptativa y evolutiva del miedo. Existe el miedo a algo, aunque ese algo a veces pueda ser inefable (no pueda ser dicho) y se nombre con ideas vagas como miedo a lo desconocido, o con etiquetas más vagas aun como ansiedad generalizada, ataque de pánico, etc.
Lo que es seguro es que el miedo es un programa genético muy estable para la supervivencia del ser humano porque le permite evitar los riesgos y los peligros del medio ambiente que en un momento original debió poseer una larga nómina de amenazas, comenzando por los ataques de las fieras, las catástrofes o fenómenos naturales,. las incursiones de intrusos belicosos o la rapiña de los congéneres.
Algunas fobias (miedos irracionales acompañados de conductas evitativas) poseen una comprensibilidad evolutiva diáfana. Se trata de miedos evolutivamente estables como nombré más atrás: las fobias a las arañas, a las serpientes, a las alturas o a los espacios abiertos pueden representar restos de programas heredados o "prepared learning", aprendizajes fáciles (Seligman, 1972).
La cosa se complica cuando hemos de interpretar algunos miedos del hombre moderno en clave evolutiva, como por ejemplo sucede con el "miedo a engordar". Es evidente que esta fobia no puede representar un temor atávico. La evolución no hubiera perdido ni un segundo en tratar de hacer sobrevivir un programa así diseñado. ¿Se trata de una contradicción de la teoría evolutiva? ¿O más bien podemos hablar de un temor sin representación genética?
Evidentemente el temor a engordar es un meme (un replicante cultural) y hay que recordar ahora que los programas genéticos están indeterminados, algo así como una idea viral transmitida por los mercaderes de los significados. Existe una poderosa industria mediática destinada a difundir "las verdades creenciales" que debe compartir la población que acaba por parasitar las mentes y los deseos de amplias capas de nuestros conciudadanos: aquellos más vulnerables a sus influencias.
La "delgadez vende" por muchas razones y no voy a extenderme en explorarlas todas de una en una. Se trata en cualquier caso de una idea impuesta y arbitraria que no correlaciona más que de una manera periférica con nuestro patrimonio genético. Ya he nombrado en el epígrafe anterior la resistencia a la inanición como un programa probablemente destinado y mantenido por la evolución para mantener un estado de subfertilidad benéfico aunque no exento de riesgos para las que lo adoptaran. Existen además memes sanitarios que glorifican "la buena alimentación" y demonios de todo tipo que satanizan la obesidad.
La fobia a ganar peso está de alguna manera determinada socialmente, pero ese "virus" estaría condenado a morir por inanición si no encontrara en nuestros genes y programas genéticos una correspondencia que le permitiera establecerse en él.
Mi hipótesis es que los programas destinados a evitar las situaciones de temor han cambiado conceptualmente mucho desde la noche de los tiempos. Antiguos programas destinados a evitar encuentros con seres venenosos o peligrosos han sido desplazados por nuevos temores relacionados con la complejidad de las relaciones interpersonales y por la inmensa capacidad de los humanos para inventar nuevos símbolos y nuevos temores. Hoy el enemigo parece ser nuestro prójimo, el lugar de trabajo el "agora" donde se dilucidan las persecuciones entre depredadores y presas y la familia el entorno donde discurren los principales infortunios del ser humano moderno.
Pero aquellos engramas arcaicos persisten y pueden ser "parasitados" por ideas y emociones nuevas. El temor a ser excluido en la comunidad de iguales puede estar representando en las sociedades opulentas el mismo programa que alimentaba el temor y la conducta evitativa frente a las tormentas.
En este sentido podría entenderse como que aquellos trozos de basura genética: programas obsoletos que ya no sirven para nada debido a que aquellas amenazas se han difuminado, continúan en expansión aprovechando determinados memes que vienen a parasitar aquellos engranajes.
Así un programa como este, relacionado con las tormentas:
(Si) llueve y truena
(Entonces) ponerse a cubierto en la guarida
Podría haber sido sustituido por este otro:
(Si) eres gorda, serás excluida
(Entonces) mejor quedarse en la guarida
(o) ponerse a régimen
Como podrá observarse la única diferencia entre ambos programas es la sustitución de una línea por otra, la manera en que los genes y los programas "aprenden" en su continua colisión entre fenotipo y genotipo, entre ambiente y naturaleza.
RIVALIDAD
Para una mujer joven ser aceptada y ser atractiva es más que un deseo comprensible, es vital, una cuestión de supervivencia cuyos aprendizajes cada vez más precoces y relacionados con el galanteo y el apareamiento tienen un singular parentesco con los desordenes alimentarios.
Clásicamente se ha señalado, sobre todo por los psicoanalistas que la anorexia representaba un rechazo inconsciente a la femineidad o a la adquisición completa de un cuerpo femenino. Sin entrar a contradecir esta afirmación (que pudo ser cierta en las anoréxicas del siglo pasado y comienzos del XX), podemos afirmar que las anoréxicas de hoy no se caracterizan por un rechazo a la femineidad sino por una adaptación rígida a modelos hiperfemeninos (Gordon 1994). La razón por la que ha aumentado la competencia entre las hembras humanas tiene que ver con dos factores principales: la mayor disponibilidad sexual de las hembras, y la llegada cada vez más precoz de hembras al "mercado sexual".
Crisp ha señalado acertadamente a partir de sus estudios de anoréxicas transculturales, es decir en niñas que procedían de culturas islámicas o africanas y educadas en el Reino Unido que la mayor tolerancia sexual de estos países en relación con sus culturas de origen podía suponer una presión selectiva sobre estas niñas que se verían así entre dos fuegos: una presión cultural por mantener relaciones sexuales de una forma libre y precoz y otra presión procedente de su cultura que muchas veces se halla en contradicción con aquella. En mi opinión esta presión es común tanto a las niñas que proceden de países africanos como en las autóctonas dado que viene a dislocar un elemento que durante muchos años ha operado como un inhibidor sexual que ha mantenido a las niñas apartadas de los influjos sexuales directos, me refiero al concepto psicoanalítico de fase de latencia, un periodo de inactividad sexual que tiene como propósito apartar a las niñas de la tarea reproductiva mientras están aprendiendo cosas útiles para su supervivencia posterior y que es más dilatado en tanto es mayor la complejidad de la sociedad en que viven. La contradicción está en que en nuestra sociedad, la de mayor complejidad que pueda pensarse ha aflojado sus controles inhibitorios llevando a nuestros adolescentes a una presión desmedida en cuanto a mantener sus primeras relaciones sexuales, que han pasado en poco tiempo desde una conducta de escarceo y ensayo hasta las relaciones completas, sin las que muchas de estas adolescentes quedan fuera de ese "mercadeo sexual",  estigmatizando su socialización.
A diferencia del resto de especies, el ornato, adornos, colorido, plumas y actos demostrativos que son características de los machos, son en la especie humana patrimonio de las mujeres. Esta diferencia es muy importante para comprender como en nuestra especie se han distribuido los papeles de la rivalidad y la competencia sexuales .
Existe una correlación entre el adorno, colorido, cantos o colas llamativas y la dificultad con que los machos acceden a las hembras. Para hacer el argumento más sencillo podemos concluir que a más competencia entre los machos por las hembras más demostraciones visuales o acústicas se pondrán en juego como mecanismo de galanteo. En este sentido es cierto que las hembras son, en la mayoría de las especies, un bien comunitario a proteger y que los machos competirán entre ellos para ganarse su derecho a reproducirse. Un derecho que sólo ganarán algunos, aunque los estilos reproductivos como la monogamia, poligamia y promiscuidad se hallen representados en toda la escala animal, es decir se trata en todos los casos de estrategias evolutivamente estables.
Lo que es un enigma es la razón por la que en la especie humana esta distribución de papeles se ha establecido al revés de todas las criaturas conocidas, al menos entre los mamíferos, siendo como es la proporción entre machos y hembras estable y en torno al 50%, ¿Cómo puede explicarse esta inversión en los roles demostrativos? ¿Es el macho un bien comunitario a proteger en nuestra especie?
Lo que es seguro es que la rivalidad femenina no es un meme sino un programa genético y si ha sobrevivido a la deriva filogenética es porque ha producido grandes beneficios a las hembras que lo adoptaron (Abed, 1998). La evolución no hace gastos superfluos y debemos concluir que este programa genético está bien instalado en el cerebro sexual de la hembra humana.
En mi opinión la razón de esta contradicción de modelos en la conducta demostrativa se halla emparentada con la elección de la monogamia como modelo hegemónico de preferencia en la selección de parejas por parte de las mujeres.
Todo parece indicar que la monogamia evolucionó desde una sexualidad de ordalía y promiscuidad y que representó un hito en las relaciones de pareja y comunitarias. Abrió horizontes de cooperación a largo plazo entre los individuos, favoreció la crianza de los hijos y permitió acumular bienes económicos que terminaron por defender los intereses a largo plazo de hombres y mujeres, jóvenes y viejos, asegurando un mejor reparto de las tareas y de las cargas.
Sin entrar en el terreno pantanoso de la antropología y siguiendo mi discurso de base etológica es evidente que al menos la hembra mamífera atada de pies y manos a su función reproductiva vivípara, parte con una penalización original con respecto a los machos de su misma especie.
No sólo lleva la peor parte en la distribución de tareas reproductivas sino que sus partos, lactancias y crianzas de su prole la mantiene ocupada de por vida sin contar con las amenazas sanitarias que soportan debido precisamente a su "función materna" y a la estrechez de su canal pélvico derivada de la bipedestación. Entre el macho y la hembra mamífera existe una asimetría programada por la especie, una asimetría biológica.
No sucede así en todas las especies por igual pero es una constante en la mayoría, sobre todo - como he dicho antes en los vivíparos -. La distribución de tareas de reproducción y de cuidado de la prole tienen una amplia gama de recursos en la naturaleza, que recorren desde la monogamia, hasta los harenes o la simple promiscuidad. Sin embargo la estrategias evolutivamente más estable para asegurarse la colaboración del macho en las tareas del cuidado y alimentación de la prole, es sin duda la monogamia.
Para una hembra, discriminar las intenciones del macho para las tareas ulteriores al propio coito son tan necesarias y vitales como asegurarse una pareja sexual atractiva. Con la excepción de aquellas que viven en harenes y que no tienen que preocuparse por estas cargas que son compartidas por el resto de las hembras, todo parece indicar que las hembras dedican una enorme inversión de tiempo en asegurarse una colaboración a largo plazo por parte de los machos, dicho de otra manera: todas parecen preferir la monogamia como modelo de apareamiento sexual.
Trataré de explicar qué cosas son las que hacen las hembras para discriminar a los machos colaboradores de los machos galanteadores y qué cosas son las que hacen los machos para librarse de la carga de la crianza de sus hijos que les impedirá seguramente tener otros hijos con otras hembras dispuestas.
Mantengo la suposición de que tanto machos como hembras harán lo que mejor se acomode a los planes de sus genes, que aunque carecen de intencionalidad ejercen una presión evolutiva sobre los individuos portadores de tal modo que podremos concluir que tanto machos como hembras adoptarán las estrategias necesarias para tener el máximo de hijos al menor precio posible de cuidados y de inversión en su alimentación.
Ya he dicho que en esta partida de naipes la mujer parte con una desventaja al margen de su mayor inversión de nursing y teaching: no puede abandonar a sus hijos mientras están en su vientre, cosa que podrían hacer y de hecho hacen los peces que ovulan en el lecho del río cuando el macho está listo para eyacular y aprovechar esa fracción de segundo para dejar al macho descuidado o imberbe al cuidado de la nidada. La hembra vivípara no puede abandonar a sus crías como hacen las sepias, lo que si pueden hacer - y de hecho hacen- los machos que las fecundaron, con algunas excepciones.
Estas excepciones son diversas según las de distintas especies, pero siempre tienen que ver con las condiciones o el pago que impone la hembra al macho previamente al coito, a veces puede tratarse de una estrategia de simple aplazamiento o de escarceos demostrativos de huida previos al acoplamiento.
. Este pago puede relacionarse con la condición de que le construya un nido, que le aporte regalos o comida o que escarbe en la tierra una buena madriguera, como ejemplo de laboriosidad previa al consentimiento. Todo parece indicar que las hembras que adoptan una estrategia esquiva con respecto a los galanteos del macho se aseguran un mayor "cumplimiento" por parte de este en la parte que le toca en el contrato, siempre y cuando -claro está - la "prueba" no sea demasiado dura o agotadora o no existan en el entorno inmediato otras hembras fáciles que no pidan nada a cambio. Un macho que ya haya invertido determinados recursos en la seducción de una hembra estará menos dispuesto a dejarla, dado que este abandono le dejaría con parte de su inversión sin crédito que ofrecer a otra hembra. Este argumento debe ser cierto en aquellas especies donde las hembras esquivas son la regla. y evolutivamente estable en muchas especies animales, pero naturalmente no es así del todo en el ser humano.
Las hembras de una determinada especie están distribuidas de un modo ecológicamente estable entre esquivas y fáciles. Su equilibrio se mantiene por oscilación como siempre sucede en los sistemas abiertos. Una mayoría de hembras esquivas asegura el "cumplimiento" de los machos domésticos, pero no de los galanteadores. Las hembras no tienen manera de conocer de antemano las "verdaderas intenciones de los machos", porque inmediatamente surge la contraestrategia evolutiva, si las mujeres esquivas abundan, los machos desarrollarán conductas engañosas a fin de cohabitar con ellas y disimular sus verdaderas intenciones de abandonar a la hembra a su suerte apenas haya comenzado la crianza.
Por otra parte una mayoría de hembras fáciles dejarían en desventaja a las esquivas que aspiran a la monogamia y su efecto de llamada aumentaría el numero de machos galanteadores con lo cual y de nuevo, el convertirse en macho doméstico pasaría a ser una rareza por la que competirían las hembras a su vez, multiplicando el número de machos domésticos.
El número de machos domésticos y galanteadores junto con las hembras esquivas y fáciles se encuentra en todas las comunidades vivientes en un equilibrio matemático, en torno al cual se establece una densidad estable. El sistema tiende hacia la autoregulación, apenas se desequilibra momentáneamente, siempre que se entienda que este adverbio en términos evolutivos precisa más de una generación.
Las hembras humanas (al menos las occidentales opulentas) se agrupan en torno a este atractor ideológico (un meme) que es el apareamiento monogámico que a su vez es un programa genético yuxtapuesto y mucho más aquellas mujeres intelectuales, perfeccionistas y sensatas que forman el grupo de las más vulnerables para padecer esta enfermedad. Sin saberlo la hembra compite con otras hembras por el bien social que representa elmacho doméstico, aquel que no abandona a la hembra después del parto aun habiéndola escogido por su atractivo sexual que por si mismo no asegura la cooperación posterior.
La mayor enemiga de una hembra fascinada por la monogamia es la hembra fácil, aquella que simplemente escoge a los machos (a los hombres) en función de su atractivo físico, de su posición social o de su rango jerárquico a un costo o precio distinto al de la cooperación. La primera objecciónque se puede poner a esta clasificación de hembras esquivas o de hembras fáciles (que es un ejemplo sacado de la etología) es que las hembras humanas no son todo el tiempo esquivas o fáciles, como tampoco es cierto que los hombres sean todo el tiempo domésticos o galanteadores. Claro que no, el ser humano ha desarrollado - quizá debido a la enorme potencialidad de sus aprendizajes- la capacidad de ser hoy domestico y mañana galanteador, así como la hembra ayer esquiva puede tornarse mañana fácil con la misma u otra pareja, en el descubrimiento de algo que se ha venido en llamar la monogamia sucesiva, una forma de monogamia al fin y al cabo.
Lo que es lo mismo que admitir que el ser humano ha desarrollado en mayor medida que otras especies una mayor capacidad de engañar, disimular los engaños y también discriminar las intenciones engañosas de los demás para con nosotros mismos puesto que lo mejor para un grupo humano en términos de estabilidad evolutiva es que las hembras sean esquivas las 5/6 partes del tiempo (o de la población total) y fáciles la 1/6 parte (o población) restante, siempre que los machos domésticos representen el 5/8 del total o del tiempo invertido en cooperar y los galanteadores sólo representen el 1/8 del total de la población o el tiempo invertido en merodear. Es en este punto exacto donde el sistema se estabiliza hasta la próxima descompensación generacional (Dawkins, 2002)
Se podrá enseguida decir que estos argumentos no tienen nada que ver con los problemas que plantean las anoréxicas de hoy y es cierto, porque este dilema no solamente afecta a las anoréxicas, afecta a todas las mujeres actuales, como en el siglo XIX les afectó a todas el doble modelo de moral sexual aunque no todas desarrollaran síntomas de enfermedad mental: en aquel caso no todas las mujeres eran histéricas, aunque quizá las histéricas del XIX no eran sino el síntoma de una enfermedad social más amplia que se llamaba disimulo, como la de hoy se llama apariencia.
Se trata tan sólo de un intento más de explicar cual es la sobrecarga adicional que la mujer actual tiene que soportar respecto a sus antepasadas, una sobrecarga que procede de su búsqueda de simetría y de competencia sexual a través de la belleza física y de los rendimientos intelectuales, unmeme que ha venido a ocupar el lugar de la rivalidad entre hembras que buscan a ciegas un hueco en la mirada del otro que lleva a muchas de ellas no sólo al fracaso reproductivo sino a la decrepitud y devastación física y mental.
AUTOSACRIFICIO
Fue Hilde Bruch hace ya más de veinte años la autora que irguió los conceptos modernos en que se asienta, aun hoy, nuestra concepción de la anorexia. Entre otras cosas fue la pionera que intuyó que las anoréxicas sufrían una distorsión del esquema corporal y no sólo un adelgazamiento "nervioso", que la anorexia no tenia nada que ver con la histeria, ni con la depresión o con ninguna de las patologías conocidas hasta entonces. La anorexia tenia entidad propia, se trataba de una categoría distinta y no de una simple dimensión más de las enfermedades de mujeres que el siglo pasado sirvieron para etiquetar y desacreditar de paso al genero femenino.
Bruch fue capaz además de entrever que el temor atávico que anida en la poblaciónes humanas, en la misma línea que yo vengo defendiendo no es el temor a la obesidad sino el temor a morir de hambre. Un temor que sigue alimentando el imaginario del hombre moderno a pesar de que hoy la oferta de bienes alimentarios no represente, racionalmente, amenaza alguna. Ya he hablado más atrás de los programas basura y de la expresividad fenotípica de estos temores de modo que no voy a extenderme sino para hacer hincapié en un aspecto más de este temor.
¿Si es cierto que el hombre moderno sigue albergando este temor, qué sentido comunicacional tiene la anorexia? ¿Por qué se extiende tan fácilmente? ¿Por qué se imita y se desea la delgadez?
Es precisamente en las ideas de Bruch donde se encuentra la respuesta: la anorexia representa una actitud desafiantemente heroica respecto a ese temor. Se trataría más bien de una conducta demostrativa que se mantendría por el ejercicio del control sobre el cuerpo que ha logrado la anoréxica. Algo así como los logros de un deportista, su marca, su limite.
Se trata de una idea convincente porque nos permite explicar las patoplastias diversas que esta enfermedad ha ido adoptando con el paso del tiempo, desde la mascarada religiosa hasta la superficialidad de la apariencia o del "glamour". Es evidente que la anorexia ya existía en la edad antigua o media, aunque como epidemia podemos comenzar a localizarla en los años 50 y 60, los periodos de abundancia postbélicos que significaron resueltamente el incremento de casos que hoy atendemos, con el consiguiente adelanto en USA  que posteriormente se trasladó a Europa como la moda de los blue-jeans.
No es de extrañar, los patrones de consumo de la imagen proceden de la poderosa industria de aquellos países que operan como inductores de las mismas y la anorexia es no sólo una enfermedad de moda, sino en cierto modo una enfermedad de la moda, en el sentido de que se transmite por contagio cultural. La anorexia es no sólo una enfermedad sino un modelo de enfermar que nos ha hecho aprender mucho sobre las colisiones entre las causas ambientales y heredadas, algo así como una enfermedad de laboratorio, que aunque espontánea no deja de carecer de ciertos elementos siniestros que proceden de su persistente aroma de artificio.
Prueba de ello, son las diversas razones y las distintas conflictivas personales que se dan cita en la anorexia, desde la búsqueda de perfección santa en las anoréxicas de la edad media, hasta el más profano deseo de ser bella o el más obsesivo deseo de perfección o de altos rendimientos de las anoréxicas de hoy.
Todos los motivos parecen ser legítimos para entrar a formar parte de la nómina de anoréxicas, como si la malla semántica o de significados que soporta esta etiqueta se hubiera constituido en un atractoruna especie de imán que por si mismo captara  hacia sí un numero diverso de malestares individuales distintos que se dan cita en él, con la condición clara de que el cuerpo tiene que ser el epicentro de esta lucha.
Que la anorexia es admirable no cabe ninguna duda, prueba de ello son los cientos de adolescentes que imitan la escalada de adelgazamiento exitoso y como no el ejercito de consumidoras "sin voluntad de autosacrificio corporal" que representan las bulímicas, la otra pariente cercana de falsas imitadoras sin recursos de autodisciplina.
Gordon (1994) supone que la verdadera enfermedad no es la anorexia, sino estar a régimen, como en el siglo XIX la verdadera enfermedad no era la histeria sino la doble moral sexual, una enfermedad pues social que devora a sus víctimas, las más vulnerables, en este caso las adolescentes de las sociedades opulentas.
Después de esta incursión en la clínica de los trastornos alimentarios me interesa ahora recapitular los aspectos más importantes que presentaré a modo de conclusión y tomando como ejemplo a la anorexia mental.
1.- Existe un atractor (una malla semántica) a la que llamaremos anorexia que llama a filas (capta) un ejercito de consumidoras que no tienen entre si ningún parecido psicopatológico, sino tan sólo aspectos demográficos relacionados con el sexo, la edad y su pertenencia a una sociedad opulenta.
2.- Esta malla semántica está constituida por programas genéticos heredados y otros replicadores sociales como los memes ya descritos con anterioridad (Dawkins 2002). Una vez constituida se comporta como el material genético, se difunde a partir de un automatismo programado que no está  a disposición de la intencionalidad del ser humano individual.
3.- Esta malla de significados se apoya en programas genéticos muy potentes derivados de estrategias de apareamiento sexual como la preferencia por la monogamia y a programas relacionados con el temor a la exclusión y la resistencia a la inanición que puede operar como una conducta demostrativa de éxito y control.
4.- Los individuos anoréxicos carecen de control sobre estos programas y de intencionalidad alguna para llevarlos a cabo o detenerlos, aunque pueden encontrar razones para su malestar a partir de su poder casi infinito de simbolización. La anorexia no tiene una causa intrapsíquica, familiar o de malos hábitos de vida, la matriz anoréxica se distribuye al azar entre la población vulnerable.
5.- La enfermedad está en los valores que una determinada sociedad abraza y no en los individuos, aun reconociendo que las sociedades no pueden estar enfermas sólo los individuos, lo que implica que aun no disponiendo de un sustantivo mejor me inclino por adoptar el de meme: una idea o creencia replicante que no necesariamente es universal. De existir el meme de la delgadez es tan débil e inestable que no resistirá mucho tiempo en el patrimonio de las creencias humanas.
¿Cuál será el meme que le sustituirá?
Naturalmente otro peor.

BASES EVOLUCIONISTAS DE LAS DROGODEPENDENCIAS


BASES EVOLUCIONISTAS DE LAS DROGODEPENDENCIAS

Rafael Mora Marín. Área de Psiquiatría. Hospital Provincial de Castellón 

INTRODUCCIÓN


El abuso de sustancias con fines lúdicos es un fenómeno tan universal en todas las sociedades y culturas a lo largo de la Historia1 que se puede decir que forma parte de la naturaleza humana.
Cuando se identifica un aspecto universal de la conducta o cognición, la psicología evolucionista nos lleva a preguntarnos por su significado adaptativo: ¿qué ventajas confiere esta conducta o proceso cognitivo para la supervivencia o reproducción? ¿cómo puede esta conducta o proceso cognitivo haber sido configurado por la selección natural en nuestro medio primitivo?2.
Al aplicar la teoría de la evolución a las conductas adictivas aparece una paradoja central: los argumentos evolucionistas generalmente se basan en cómo un cierto rasgo o conducta beneficia a un organismo (o al gen que lo codifica, desde el punto de vista del modelo del gen egoísta3); pero es obvio que la conducta adictiva acaba produciendo grandes perjuicios al individuo. Una vía para afrontar este problema es usar una aproximación que se centre en las adaptaciones evolutivas. Más que buscar los actuales costes y beneficios de la conducta, podemos analizar cómo ciertos rasgos y conductas han sido configurados previamente por la selección natural4,5.
La hipótesis de que las sustancias adictógenas deben actuar sobre sustratos cerebrales evolutivamente conservados es apoyada por el simple hecho de que otros mamíferos pueden autoadministrarse de forma compulsiva las mismas drogas que los humanos. Los sistemas neurales subcorticales que modulan estas compulsiones parecen estar anatómica, química y quizá emocional/motivacionalmente conservados a lo largo de la evolución de los mamíferos. Obviamente esos sistemas fueron preservados porque sirven a algún propósito crítico distinto de promover el consumo voraz de los compuestos químicos altamente purificados desarrollados recientemente por los humanos6.
La selección natural puede mantener genes para rasgos que lleven a un consumo excesivo y dependencia de alcohol porque esos mismos rasgos pueden incrementar la aptitud (fitness) en otros contextos7.
En lugar de sólo buscar explicaciones para el abuso de sustancias en los genes, temperamento, experiencias tempranas, condiciones sociales, escena cultural o exposición al uso de drogas, una perspectiva evolucionista sugiere que también podemos considerar cómo esos factores interaccionan con los mecanismos conductuales que hacen a todos los humanos vulnerables al uso de sustancias8.
Este trabajo revisa aportaciones muy diversas que intentan explicar la universalidad de las conductas adictivas en el ser humano desde campos tan dispares como la botánica, la antropología, la psicología o las neurociencias. En primer lugar veremos cómo las sustancias tóxicas presentes en el medio ambiente ancestral pudieron contribuir a configurar nuestro cerebro. A continuación repasaremos los sistemas emocionales implicados en las sensaciones placenteras inducidas por las sustancias psicotrópicas, el sistema dopaminérgico y el sistema opioide. Después, el apego y cómo sus trastornos pueden facilitar el consumo de drogas. La teoría de la historia vital explica la tendencia de algunas personas en algunas circunstancias a asumir riesgos, entre ellos los que comporta el uso de sustancias. Revisaremos algunos trabajos sobre neurobiología, rasgos de personalidad y consumo de alcohol llevados a cabo en macacos, y su extrapolación al ser humano. El dominio jerárquico y la dependencia social pueden estar implicados en algunos tipos de drogodependencia. Algunos factores de personalidad pueden también estar relacionados con estos problemas. Finalmente haremos algunas consideraciones sobre las posibles implicaciones de la perspectiva evolucionista en prevención y tratamiento de los trastornos adictivos.


PREHISTORIA DEL CONSUMO DE DROGAS Y COEVOLUCIÓN


La primera droga que llega al registro escrito es el opio, en unas tablillas cuneiformes descubiertas en Uruk (antigua Mesopotamia) y datadas en el tercer milenio anterior a nuestra era. Bastante posteriores –del XXII a. C., aproximadamente- son unas tablillas sumerias donde se menciona la cerveza1. Probablemente el uso ritualizado de sustancias psicoactivas se iniciase hace unos diez mil años y es posible que su uso culturalmente transmitido se remonte a unos 50000 años atrás. Cincuenta mil años han dado lugar a cambios culturales y sociales espectaculares, pero se trata de un periodo de tiempo demasiado breve cuando hablamos de evolución9,10.
Numerosas pruebas señalan que la estirpe filogenética de la que procede el hombre ha estado en contacto con sustancias psicoactivas a lo largo de millones de años de evolución.

EL ALCOHOL EN LA NATURALEZA

Los azúcares de la pulpa de la fruta proporcionan un incentivo energético para que los vertebrados consuman la fruta y subsecuentemente dispersen sus semillas, pero también sirven como sustrato para la fermentación por las levaduras9.
La presencia de etanol en la fruta madura y fermentada podría  indicar una exposición histórica sostenida de todos los animales frugívoros a este compuesto11.
Se ha descrito numerosos casos de animales que espontáneamente utilizan sustancias naturales ricas en alcohol con las que se intoxican. Por poner algunos ejemplos, elefantes africanos, vacas asturianas, el cercopiteco verde en las Antillas12.
Las frutas silvestres son más ricas en etanol en climas tropicales que en climas fríos y mucho más si están maduras o muy maduras. Dependiendo de la especie y grado de madurez, Dudley9 encontró en tres especies de frutas de la selva panameña contenidos de alcohol que oscilaban entre trazas y valores cercanos al 0.6%. Aunque estas concentraciones son relativamente bajas en relación con las bebidas alcohólicas consumidas por los humanos, el autor llama la atención sobre la ubicuidad del etanol en las distintas especies de plantas estudiadas.
La interacción coevolutiva entre las frutas y los vertebrados que han servido como agentes dispersadores de sus semillas ha sido intensa desde el Mesozoico (unos 80-90 millones de años). Los humanos procedemos de un linaje de primates predominantemente frugívoros, con dietas basadas en la fruta desde hace al menos 24 millones de años. Dudley hipotetiza que nuestros precursonres homínidos fueron expuestos cotidianamente a bajas concentraciones de etanol, lo que dio lugar a adaptaciones fisiológicas y preferencias a lo largo de una escala de tiempo evolucionista, que han permanecido en los humanos modernos. Una prueba de esa adaptación podría ser la presencia del sistema enzimático necesario para catabolizar el etanol; el primer enzima de la vía metabólica del etanol, la alcohol deshidrogenasa, ha sido rastreada evolutivamente hasta hace 450 millones de años, en los primeros peces óseos13.

Ventajas adaptativas

Dudley hipotetiza dos posibles explicaciones, no excluyentes, para intentar entender las fuerzas de la selección natural que actúan en este caso:
1) El fenómeno de hormesis, término desarrollado en toxicología y salud pública para definir el fenómeno por el que la exposición a dosis bajas de muchos tóxicos o radiaciones puede tener un efecto más beneficioso para la salud que la ausencia total de dichos agentes, los cuales a dosis altas son cancerígenos o perjudiciales en otros aspectos. La relación entre la dosis de esas sustancias y la letalidad adquiere forma de U, donde las dosis próximas a cero y las muy altas son más perjudiciales que las dosis bajas pero no nulas14,15. Hasta la fecha, los efectos horméticos del etanol han sido estudiados exclusivamente en la mosca de la fruta del género Drosophila. La longevidad y fecundidad de estos insectos mejora a concentraciones muy bajas de etanol, pero disminuye a concentraciones mayores. Las consecuencias horméticas del etanol en el Homo sapiens, es decir, los beneficios del consumo habitual de dosis bajas de bebidas alcohólicas están siendo investigadas sólo desde hace unos pocos años. Numerosos estudios epidemiológicos sugieren una reducción sistemática en el riesgo cardiovascular y mortalidad global en personas que consumen bajas dosis de etanol en comparación con los abstemios y con los consumidores de dosis altas.
2) Ventajas para la alimentación y la ganacia nutricional. El vapor etílico puede ser una pista a larga distancia para localizar campos de fruta madura lo que ocurre, por ejemplo, en las moscas de la fruta adultas y también en los mamíferos frugívoros. El etanol puede servir también a los frugívoros como un estimulante de la alimentación, dada su obligatoria asociación con valiosos recursos nutricionales. Dada la amplia competición por la fruta madura desde microbios, larvas de insectos y diversos vertebrados, un posible correlato a corto plazo para la ingestión de dosis bajas de etanol podría ser incrementar la tasa de ingestión de comida, lo que a cambio podría incrementar el contenido de etanol sanguíneo y estimular el consumo posterior. En este sentido, hay estudios en humanos que indican que tener una predilección por lo dulce esté asociado a una vulnerabilidad genética al alcoholismo16Las contribuciones calóricas del etanol contenido en la fruta puede ser también significativas para los vertebrados frugívoros. En las frutas tropicales estudiadas por Dudley el valor calórico del etanol representa del 6 al 9% de las calorías totales

ANÁLOGOS ALELOQUÍMICOS DE LOS NEUROTRANSMISORES
Las sustancias psicoactivas son ubicuas en la naturaleza y el hombre a lo largo de la evolución, al igual que numerosas especies animales, ha podido estar en contacto con ellas. Sullivan y Hagen10 postulan la hipótesis de que los humanos han compartido una relación coevolutiva con sustancias vegetales psicotrópicas a lo largo de millones de años.
Las plantas han desarrollado sustancias químicas que mimetizan la estructura de los neurotransmisores de los mamíferos herbívoros  y se unen a los receptores de su sistema nervioso como un medio para protegerse de ellos; por ejemplo, los alcaloides del cornezuelo de centeno, opiáceos, nicotina, muscarina, o cannabis. Las sustancias vegetales que mimetizan la función de neurotransmisores son denominados análogos aleloquímicos de los neurotransmisores. Sullivan y Hagen denominan fenómeno aleloquímico-SNC a la relación coevolutiva entre plantas y mamíferos. Este fenómeno explicaría, según los autores, la cuestión teleológica de por qué el cerebro contiene receptores para sustancias derivadas de plantas. Las sustancias aleloquímicas que mimetizan los neurotransmisores de los mamíferos son una prueba de una relación profunda en el tiempo entre plantas psicotrópicas y mamíferos.
Por otra parte, los mamíferos han desarrollado muchas adaptaciones fisiológicas y conductuales para vencer las defensas aleloquímicas de las plantas. Entre las que podrían ser denominadas adaptaciones químico-ecológicas la más relevante es el citocromo P-450 y otros sistemas enzimáticos hepáticos, que han evolucionado específicamente con la función de metabolizar aleloquímicos por oxidación, hidrólisis o reducción. Otros ejemplos de adaptaciones fisiológicas químico-ecológicas son el gusto, el olfato y la expulsión directa de toxinas por el vómito. Asociadas con estas funciones fisiológicas están muchas adaptaciones conductuales tales como:
*      Conductas de inducción de la desintoxicación: la búsqueda e ingestión de tierra, arcilla o carbón para facilitar la eliminación de aleloquímicos es utilizada por humanos, chimpancés, monos, pájaros y otros animales
*      Prácticas culturales desarrolladas por el Homo sapiens a lo largo de miles de años, de eliminar las sustancias aleloquímicas de plantas usadas como alimento por medio de procesos tales como el calentamiento, lixiviación, secado, fermentación, adsorción y procesamiento físico.
*      Selectividad: sólo unas pocas de las 300000 especies de plantas conocidas son explotadas como alimento y solo una pequeña fracción de los aleloquímicos conocidos son usados por humanos y animales.

Ventajas adaptativas del consumo de aleloquímicos: la búsqueda de sustancias como adaptación
Algunos neurotransmisores requieren nutrición exógena para su síntesis. Según la hipótesis de Sullivan y Hagen cuando ocurre un déficit de estos neurotransmisores el animal inicia la búsqueda de sustancias químicas compensatorias en el medio, de forma análoga a lo que ocurre con la homeostasis de la sal, agua, minerales y nutrientes. La búsqueda de sustancias aleloquímicas podría ocurrir en dos situaciones:
1) En ambientes extremos o altamente cambiantes, los alimentos de alta calidad pueden haber sido periódicamente agotados. En periodos de escasez los análogos vegetales de los neurotransmisores pueden haber sido más fáciles de obtener, transportar y almacenar que los precursores dietéticos de esos neurotransmisores. El objetivo de los primitivos homínidos al consumir análogos aleloquímicos de los neurotransmisores no sería sentirse mejor, sino ahorrar energía.
2) Adaptaciones sostenidas al estrés deplecionan los neurotransmisores. El estrés es una respuesta adaptativa a contextos ambientales desafiantes que, si es sostenida, puede llevar a conductas desadaptativas, agotamiento y muerte. En el caso de los primeros humanos la explotación de análogos exógenos de los neurotransmisores puede haber prevenido la depleción de neurotransmisores y permitido a los usuarios tolerar prolongados estados de estrés en condiciones adversas.

Una adaptación conductual que ha evolucionado en respuesta a presiones de selección en el pasado también será activada por nuevos fenómenos que deplecionan los neurotransmisores en el presente. Un ejemplo contemporáneo del uso de sustancias en asociación con anormalidades en los neurotransmisores es la “automedicación” por personas con enfermedades mentales como esquizofrenia y depresión.


BASES EVOLUTIVAS DE LOS SISTEMAS EMOCIONALES DEL CEREBRO

Los animales persiguen aquellas actividades que promueven sentimientos positivos  (placer, gozo, satisfacción) porque estas emociones han evolucionado como indicadores de que se está alcanzando algún objetivo biológico que incrementa las probabilidades de transmitir los genes a la descendencia (comer, beber, copular, descansar). Los estímulos ambientales que amenazan la vida evocan por el contrario sentimientos negativos (ansiedad, miedo) que generan a su vez respuestas de evitación6,17
No sorprende el hecho de que haya una constante preocupación cultural por alcanzar estados de placer, ni el hecho de que las personas intenten inducir placer de una gran variedad de modos, a través del sexo, bromas, empatía, reuniones sociales, y fiestas. La naturaleza habitualmente breve de los sentimientos de placer puede proteger a las personas de una reducción prolongada de la vigilancia, que a menudo acompaña al placer. Esta sensación también parece haber coevolucionado con la capacidad de indicar exactamente el propio estado de ánimo a los demás. Dentro de límites, mostrar placer puede hacer a un individuo más atractivo (por ej., “un ganador”) y por consiguiente disminuir los encuentros competitivos17.
Una de las primeras hipótesis sobre el consumo de drogas que surgió desde la perspectiva evolucionista es que la búsqueda de ciertas sustancias químicas es una manifestación de una tendencia generalmente adaptativa a repetir conductas que proporcionan placer. En este sentido, intentar explicar por qué los humanos usan drogas sería para Nesse18 como intentar explicar por qué comemos. La diferencia, por supuesto, es que la ingesta de alimento es útil y la selección ha configurado mecanismos cerebrales que regulan la ingesta de alimentos, mientras que no se han desarrollado mecanismos que regulen específicamente la ingesta de drogas.
Los sistemas emocionales implicados en el refuerzo y la recompensa parecen estar relacionados con las vías dopaminérgicas y con los opioides endógenos.

EL SISTEMA DOPAMINÉRGICO
Se ha planteado la hipótesis de que la vía final común del refuerzo y la recompensa en el cerebro es la vía dopaminérgica mesolímbica. Algunos consideran incluso que  ésta constituye el “centro del placer” del cerebro y que la dopamina es el “neurotransmisor del placer”. Hay muchos estímulos naturales capaces de desencadenar la liberación de dopamina por parte de las neuronas dopaminérgicas mesolímbicas, dando lugar a verdaderos “clímax naturales”19.
Las diferentes sustancias psicotrópicas de abuso actúan como falsos neurotransmisores que hacen que la vía mesolímbica libere dopamina, a menudo de una forma más explosiva y agradable de la que se da en la naturaleza. Las drogas de abuso crean así una señal en  el cerebro que indica, falsamente, la llegada de un gran beneficio para la aptitud general del organismo (esto es, de un incremento en la probabilidad de transmisión de sus genes a las futuras generaciones). Esto cambia la propensión  conductual de modo que la búsqueda de drogas incrementa su frecuencia y desplaza a conductas más adaptativas6,8. Otros aspectos nuevos del medio moderno, como los videojuegos o los alimentos ricos en grasa, sal y azúcar (snacks) tienen efectos similares8.
El origen de nuestra vulnerabilidad a abusar de las drogas estría pues en el desajuste (mismatch) entre antiguos mecanismos y el medio ambiente moderno.

 

Limitaciones del modelo del desajuste

Este modelo evolucionista del desajuste que algunos autores10 denominan “convencional” deja muchos aspectos del abuso de sustancias sin explicar:
1) La primera experiencia con drogas es a menudo aversiva. El soporte lógico más importante para la interpretación evolucionista del modelo de recompensa es que las drogas se empiezan a consumir de forma casual y son reforzadas inmediatamente por una euforia hedónica. Esto podría ser aplicado al uso de drogas euforizantes altamente purificadas o sintéticas, que son consumidas por un porcentaje relativamente bajo de la población. Sin embargo las sustancias más ampliamente utilizadas por la humanidad desde la prehistoria y por quizá un cuarto de la población mundial actual son los estimulantes colinérgicos nicotina y betel, consumidos en un estado no refinado. Estas sustancias no producen inmediatamente un “subidón” hedonístico; al contrario, son desagradables para los nuevos consumidores, quienes deben persistir durante un significativo periodo de tiempo hasta tolerar los efectos secundarios displacenteros. La experiencia de efectos subjetivos recompensadores no parece por tanto una condición necesaria para la conducta de consumo de drogas5.20.
2) Incluso en el caso de sustancias euforizantes, a lo largo del tiempo aumenta el craving con la escalada en su uso mientras que el placer (recompensa) permanece constante o disminuye, y se acumulan además consecuencias desadaptativas. Está claro que la persecución de placer es una explicación insuficiente8,20.
3) Se ha demostrado que el sistema dopaminérgico mesolímbico no es sólo un sistema de recompensa. Según investigaciones recientes este sistema refuerza estímulos novedosos, recompensadores o incluso aversivos, que producen activación e influyen subsecuentemente en la motivación4,9.

Motivación, deseo y búsqueda de recompensa

El sistema dopaminérgico parece implicado no tanto en el placer hedónico de recibir una recompensa como en la motivación incentiva que mueve a la búsqueda conductual de dicha recompensa8.
 Robinson y Berridge20 propusieron que la dopamina media en la prioridad, preeminencia o saliencia del incentivo. A través de la acción del sistema dopaminérgico los estímulos con el atributo de saliencia del incentivo (SI) se convierten en atractivos y demandan atención (son “importantes”). El sistema dopaminérgico dota de saliencia (importancia) a un incentivo (estímulo) y motiva a la búsqueda del mismo9, 20, 21. Las drogas que estimulan el sistema dopaminérgico provocan así una señal de saliencia que es falsamente reconocida como adaptativa.
La atribución de saliencia es crucial en la pérdida de control que se observa en las adicciones, porque la dopamina media la búsqueda compulsiva de la droga sin que dé señales de saciación (de parada). Por otra parte en las situaciones que se relacionan con la recaída el contexto enfatiza movimientos hacia algo que el sistema dopaminérgico ha evaluado como positivo. Las personas desean el estado que las drogas parecen proporcionar, incluso si el estado resultante en realidad no recompensa. Así, el determinante inmediato no es una consideración racional de la situación –de hecho la recaída es a menudo temida-  sino la repentina oleada en el deseo que resulta del contexto.
¿Por qué la evolución no proporcionó una regulación más precisa del sistema dopaminérgico? ¿Por qué no hay algún dispositivo de detección de saliencia desadaptativa? Las respuestas están en nuestra historia evolutiva. La limitación de los recursos en el llamado ambiente de adaptación evolutiva (AAE) tuvo un impacto sobre el diseño evolutivo del sistema de saliencia que ayuda a explicar por qué el sistema de saliencia puede indicar una continua conducta de aproximación. Para producir un diseño más efectivo, a menudo tiene sentido ayudarse de aspectos habituales del medio, lo que produce una estrecha relación entre el medio y el organismo a través de un diseño expectante (se espera un tipo específico de input ambiental para mejorar el propio funcionamiento). Además, por no programarlo todo dentro del “diseño”, la selección construye un diseño incompleto.
Por medio de un diseño expectante e incompleto el sistema dopaminérgico puede confiar en el medio para moderar sus señales. Esto es particularmente cierto para organismos que han evolucionado en ambientes irregulares, donde los recursos no están distribuidos continuamente (tales como luz solar para las plantas o materia vegetal para algunos herbívoros) sino que difieren mucho en calidad, facilidad de acceso y cantidad.
Nuestros ancestros cazadores-recolectores evolucionaron en este tipo de ambiente, donde determinar cuánto tiempo permanecer en una zona de recursos versus buscar otra nueva era un problema crucial. El resultado es que los humanos, entre otras muchas especies, no se implican sistemáticamente en consideraciones explícitas de las opciones conductuales (por ejemplo, en una valoración racional de riesgos/beneficios) sino que confían a veces en el ambiente para que sea el factor limitante de la conducta de aproximación.
Sin embargo, en el abundante ambiente de hoy este diseño evolutivo no es adaptativo y puede ser particularmente peligroso para aquellos individuos que tienen sistemas dopaminérgicos más sensibles debido a variaciones naturales. En ellos el impacto farmacológico de la droga producirá una mayor reacción en el sistema dopaminérgico dotando a las drogas de gran saliencia. Cuando esto es combinado con un medio que no es autolimitante (hoy las drogas psicoactivas están disponibles en concentraciones mucho mayores que aquellas del AAE) el efecto global puede ser muy nocivo.
Otras experiencias como el juego o el sexo pueden convertirse en adictivas puesto que el ambiente por sí mismo puede estimular el sistema dopaminérgico.

Capacidad autopercibida de supervivencia y aptitud reproductiva

David B. Newlin5,22 ha desarrollado un modelo más sofisticado del sistema dopaminérgico como sistema de motivación. Según este autor los estímulos naturales capaces de activar la vía dopaminérgica córtico-mesolímbica incrementarían la propia percepción de la capacidad de supervivencia y de la aptitud reproductiva (self-percived survival ability and reproductive fitness, SPFit). Este nuevo constructo psicológico se basa en las motivaciones fundamentales de los mamíferos para mejorar y para proteger sus probabilidades de supervivencia y de reproducción y entronca con características psicológicas básicas tales como sentimientos de poder, control y omnipotencia personal (relacionados con la capacidad de supervivencia) y con sentimientos de atractivo sexual,  atractivo físico y competencia social (relacionados con la aptitud reproductiva). La función evolutiva de estacapacidad autopercibida de supervivencia y aptitud reproductiva sería organizar y priorizar la conducta en un mundo complejo.
Su sustrato cerebral sería el sistema dopaminérgico córtico-mesolímbico, pero no como un sistema de recompensa que refuerza las experiencias placenteras sino como un modelo teleológico basado en motivaciones y conductas dirigidas al objetivo de sobrevivir y reproducirse. Es activamente puesto en marcha por cualquier estímulo biológicamente relevante, sea positivo, novedoso, aversivo o amenazador (este puede ser el caso del primer contacto con una droga). En la jerarquía de las motivaciones la supervivencia y la aptitud reproductiva son inmensamente más básicas para el animal y el ser humano que la búsqueda de placer. Las sensaciones placenteras o de euforia provocadas por las drogas son consideradas epifenómenos incidentales. Pueden proceder del incremento artificial de la capacidad autopercibida de supervivencia y aptitud reproductiva que provoca la droga. Al mismo tiempo, la activación de este sistema puede también provocar afectos negativos tales como miedo, ansiedad o ira.
Las drogas de abuso incrementan artificialmente sentimientos de poder personal (que está directamente relacionada con la autopercepción de la capacidad de supervivencia) y atractivo sexual. Por ejemplo, el bebedor intoxicado puede creer que se está comportando de un modo atractivo (es decir, se incrementa su propia percepción de su capacidad de supervivencia y aptitud reproductiva) cuando en realidad está  haciendo el ridículo. La autopercepción se eleva artificialmente mientras que la aptitud real puede estar de hecho comprometida por la droga. Los estados de abstinencia de la droga se asociarán con una disminución de la capacidad autopercibida de supervivencia y aptitud reproductiva por debajo de los niveles basales.
Este modelo predice en individuos bajo la influencia de drogas un aumento de conductas arriesgadas porque su acrecentada sensación de fortalecimiento e invulnerabilidad tenderá a disminuir su percepción de las consecuencias adversas de sus actos.

SISTEMA OPIOIDE

El placer hedónico de recibir una recompensa puede estar relacionado con la percepción de seguridad frente a potenciales riesgos para la supervivencia y la reproducción. Este tipo de sentimientos positivos y tranquilizantes de seguridad parece mediado por  los sistemas opioides del cerebro y puede ser evocado por ciertas interacciones sociales -como la presencia de un ser querido, la estimulación sexual o el juego- o por la consumación de recompensas no sociales tales como una comida sabrosa6.
El placer derivado de la consumación de la recompensa supone un menor nivel de activación (arousal) que los relacionados con la búsqueda de recompensa a través del sistema dopaminérgico descrito más arriba.
Diversos autores6,17 coinciden en que el sistema opioide juegua un papel importante en el desarrollo de dependencia social y de apego. El sistema opioide cerebral habría asegurado a los mamíferos la tendencia a mantener vínculos sociales filiativos que resultaron adaptativos a lo largo del curso de la evolución.
Diversos hallazgos experimentales apoyan esta relación entre el sistema opioide y los vínculos sociales. Por ejemplo, todos los opioides que estimulan los receptores mu reducen poderosamente los índices de ansiedad de separación a dosis muy bajas, no sedantes, en modelos animales. La abstinencia de opiáceos precipitada mediante el bloqueo de receptores con naloxona incrementa las conductas filiativas, y la administración aguda de dosis no sedativas de morfina disminuye el grado y frecuencia de la conducta filiativa en animales17. La separación de sus madres de crías de macaco rhesus con la concurrente administración de naloxona incrementa las vocalizaciones de aflicción emitidas por las crías. Y la frecuencia e intensidad de las llamadas de aislamiento cuando animales adultos son separados de sus compañeros también se incrementan con la administración de naloxona. La administración de dosis altas de naloxona a voluntarios sanos produce un incremento de la tensión, ansiedad, irritabilidad y depresión. Estos sentimientos son similares a los asociados a la pérdida social17.
El éxtasis o MDMA y otras sustancias de síntesis incrementan un sentido de afiliación social general y este sentimiento de “pertenencia al grupo” es uno de sus principales atractivos (McGuire, 113). Precisamente para enfatizar los efectos empáticos y facilitadores de la intimación que suelen producir estas sustancias, durante los años sesenta se acuñó el término “entactógeno”23.
La vinculación puede ser el modelo social ideal para alcanzar estados placenteros, pero no sin costes e incertidumbres. Llegar a establecer vínculos sociales adecuados no solo necesita usualmente considerable tiempo y esfuerzo, sino que requiere que los compañeros estén motivados y sean receptivos para alcanzar fines similares. Así, los costes pueden ser considerablemente anteriores a los beneficios. En este contexto se entiende el atractivo de drogas como la heroína porque producen sentimientos placenteros predecibles con menor coste interpersonal que el asociado a la vinculación. En efecto, el deseo por el placer asociado con una vinculación satisfactoria parece permanecer intacto entre personas que usan drogas inductoras de placer, mientras que la capacidad de alcanzar esa vinculación puede estar comprometida17.
Para las personas que carecen de habilidades sociales y que son adictas a drogas relacionadas con el sistema opioide, tales como la heroína, la autoinducción de placer por medio de drogas puede ser una vía de atenuación de sentimientos persistentes de aislamiento social. Clínicamente también ocurre lo contrario: personas que son adictas a estas sustancias son menos inclinadas a comprometerse en conductas de vinculación que las que no usan drogas. Por ejemplo, las madres que son adictas a opiáceos se vinculan menos intensamente con su descendencia.
En resumen estos hallazgos permiten las siguientes conclusiones17:
1)     los opioides endógenos son parte del sistema neuroquímico de recompensa para el apego social;
2)     la cualidad agradable (placentera) de unas relaciones sociales óptimas está asociado con la descarga opioide endógena; y
3)     los sentimientos dolorosos subjetivos asociados con acontecimientos sociales no adaptativos o indeseados (por ej., ostracismo social) están asociados con una disregulación del sistema opioide.


PROBLEMAS DE APEGO Y CONSUMO DE DROGAS

John Bowlby definió la conducta de apego como “cualquier forma de conducta que tiene como resultado el que una persona obtenga o retenga la proximidad de otro individuo diferenciado y preferido, que suele concebirse como más fuerte y/o más sabio”. El apego es instintivo e innato tanto en la madre como en el hijo, y el sistema de conducta responsable de construir y mantener el vínculo de apego está diseñado para mantener tanto la proximidad física como la comunicación social entre los compañeros vinculados. A causa de su significado crucial para la supervivencia, el vínculo madre-hijo ha evolucionado en una gran variedad de especies24. Un apego estable en niños está asociado con seguridad emocional y con el desarrollo de un modelo interno de uno mismo como digno y capaz de dar y recibir afecto. El apego inestable tiende a ocasionar inseguridad emocional, desarrollo de un autoconcepto defectuoso y tendencia a un tipo de conducta “pegajosa” con las personas significativas, lo que Bowlby llamó apego ansioso. El contacto físico, un componente importante en la formación de apego, es uno de los más potentes medios de dar seguridad y reducir el miedo. Se ha dicho que tal seguridad física puede afectar la actividad opioide en el córtex cingulado y que la ansiedad de apego puede, en consecuencia, ser un factor importante en el desarrollo posterior de dependencia de drogas o alcohol24
El apego afecta a la internalización del contexto ambiental. Por ejemplo, una relación paterno-filial fuerte está asociado con la internalización de las normas y valores paternos4

APEGO Y PERSPECTIVA TEMPORAL

La perspectiva temporal es el grado en el que un individuo “espera o prefiere (conscientemente o no) recibir beneficios, recompensas o consecuencias de su acción ahora –inmediatamente- o después -en algún momento futuro”4. En ambientes subóptimos (especialmente aquellos caracterizados por pobre apego) los niños que se están desarrollando acentúan las estrategias a corto plazo y la asunción de riesgos (risk-taking) porque esto fue adaptativo en el pasado: “cuando el futuro es peligroso o impredecible la estrategia óptima es (o fue en el medio ambiente primitivo) no tenerlo en cuenta de un modo importante. Esto hace que las consecuencias inmediatas sean más atractivas (porque son relativamente más valorables). El cuidado parental inconsistente e insensible lleva al niño a internalizar modelos que enfatizan el riesgo y la incertidumbre, es decir, la preferencia temporal inmediata. A su vez, una preferencia temporal inmediata está significativamente relacionada con el uso de sustancias4.

APEGO Y MODELOS CERRADOS

La calidad del apego influye en el desarrollo de los modelos internos del mundo y de uno mismo. Los niños con un apego seguro generalmente tienen modelos abiertos (receptivos a la información nueva) mientras que los niños maltratados tienen modelos cerrados (confían en las interpretaciones ya existentes, evitando la exploración cognitiva de alternativas conductuales). El cierre tiene el efecto adaptativo de proteger contra un alto estrés que podría dañar los sistemas biológicos pero puede también llevar a patrones de conducta repetitivos basados en interpretaciones rígidas de las señales que llegan..
Los modelos cerrados afectan al uso y abuso de sustancias de tres formas:
1.     Un individuo con modelo cerrado tiene gran riesgo de llevar a cabo conductas no convencionales porque las convenciones de los demás (especialmente de los padres) no son internalizadas25.
2.     cuando un individuo empieza a implicarse en el uso de drogas, los modelos cerrados le llevan a acentuar su repetición, elevando el riesgo de pasar del uso al abuso.
3.     una vez empieza el abuso, los sistemas cerrados afectan severamente la capacidad del individuo tanto para evaluar claramente el consumo de drogas como para explorar otras opciones conductuales.

APEGO Y REGULACIÓN

Los padres ayudan a los hijos a modular sus estados emocionales y a reducir la tensión interna. Sin embargo cuando se confrontan con un cuidado insensible y nocivo, los niños generalmente manejarán la homeostasis y regulación emocional por sí mismos, más que con el apoyo emocional extra que los padres pueden proporcionar. La consecuencia es un sistema regulador frágil, que es un factor de riesgo importante para el abuso de sustancias. La experiencia adictiva proporciona efectos regulares, estimulantes y controlables y los sistemas homeostáticos comprometidos pueden reorientarse alrededor del consumo de drogas.
Si un trauma tal como abuso sexual o maltrato acompaña a un pobre cuidado parental el efecto sobre la habilidad del niño de regular su activación (arousal) y emoción puede ser nefasto.


HISTORIA VITAL, CONDUCTAS DE RIESGO Y DROGAS


De acuerdo con la teoría la historia vital (life-history) los aspectos biológicos del curso de la vida  tienen que ver con las estrategias de reparto de una cantidad finita de esfuerzo entre el crecimiento y desarrollo, la supervivencia, la reproducción actual y la reproducción futura. Estas actividades presentan necesidades competitivas, con costes y beneficios variables a lo largo del ciclo vital. Para cada contexto específico algunos patrones de reparto del esfuerzo son más exitosos que otros en términos de supervivencia y reproducción. Por ejemplo, el reparto del esfuerzo hacia la reproducción versus el crecimiento propio, o cuando se asigna el esfuerzo a producir más descendencia versus asignar más energía a cada uno de los pocos hijos26.
Una de estas estrategias de reparto del esfuerzo es la evitación versus asunción de riesgos. Llevar a cabo conductas arriesgadas tiene costes y beneficios ahora y en el futuro. Hill y Chow26 conciben la asunción de riesgos como arriesgar la supervivencia futura para obtener un beneficio actual. La asunción de riesgos se ha mantenido en el acervo genético de la especie porque ha tenido éxito a lo largo de la evolución en términos de aptitud reproductiva (que se puede definir como la probabilidad de dejar descendientes). En el medio ambiente actual esa tendencia hacia el riesgo se traduce en conductas como el consumo de drogas, la conducción temeraria (competición por el estatus en carreras de coches), embarazos no deseados en alolescentes  (reproducción precoz), adquisición de recursos de alto riesgo (robar), peleas, juego de azar, etc.
Las circunstancias en las que asumir riesgos ha resultado un fenómeno evolutivamente adaptativo coinciden con las características de los drogodependientes actuales. Hill y Chow consideran que factores relacionados con el género, la historia vital y el ambiente están implicados en los patrones individuales de asunción de riesgos.

GÉNERO

Virtualmente todos los estudios muestran diferencias significativas en cuanto al género, con mayor asunción de riesgos por parte de los varones y muy especialmente en los varones jóvenes. Desde la teoría de la historia vital la diferencia entre géneros se entiende por el papel que la asunción de riesgos tiene en la competición reproductiva, que es típicamente más intensa para los varones jóvenes que para las mujeres o los varones de más edad. El esfuerzo asignado a la reproducción puede ser de dos tipos principales, a veces mutuamente excluyentes: esfuerzo para el emparejamiento y esfuerzo parental. En muchas especies de mamíferos la hembra parece especializarse en el esfuerzo parental (gestación, lactancia), mientras que los machos parecen asignar más esfuerzo a conseguir pareja que a cuidar de la descendencia. Estos patrones diferenciados tienen implicaciones sobre la asunción de riesgos. La hembras pueden competir por parejas de alta calidad y pueden tener que afrontar situaciones de riesgo, pero mucha menor frecuencia que los machos. Los machos típicamente se enfrentan a situaciones de alto riesgo/alto beneficio, donde la precaución puede significar ser excluido de la reproducción y el éxito sólo ocurre asumiendo grandes riesgos. Es más probable que los varones (y no las mujeres) se impliquen en competiciones y conflictos físicos cuando el estatus y los recursos están en juego. Las mujeres tienen mayor tendencia que los varones a la autopreservación, en contextos donde la supervivencia del hijo depende de la supervivencia de la madre26.

ESTADIO DE LA HISTORIA VITAL

El mayor beneficio potencial de realizar acciones arriesgadas ocurre el estadio vital de competición por las parejas. Tanto en varones como en mujeres la época de mayor asunción de riesgos corresponde a la 2ª y 3ª décadas de la vida, principalmente entre los 15 y 29 años, lo que coincide con el momento en que los individuos están completando su propio crecimiento y desarrollo, abandonando el hogar y comenzando los esfuerzos reproductivos para formar parejas y familias. Durante esos años se agudiza la competición por los recursos sociales y económicos, y se determina el destino de cada uno en el mercado de parejas. Es un periodo de alto riesgo y alto beneficio potenciales, especialmente para los varones. Si uno no tiene pareja puede incurrir en grandes costes para obtener una; el beneficio potencial es alto en comparación con la estrategia conservadora. A estas edades la estrategia óptima es asumir riesgos para adquirir recursos que serán inmediatamente usados en el esfuerzo reproductivo. Una vez que se va alcanzando un estado de éxito reproductivo (y el individuo se compromete activamente en el esfuerzo parental) será menos probable tolerar el riesgo. Una vez se ha obtenido una pareja y el esfuerzo cambia hacia la parentalidad arriesgar la supervivencia puede ser demasiado costoso si ello significa abandonar una descendencia vulnerable. Así, es de esperar la menor asunción de riesgos entre las personas con pareja estable e hijos26. Desde una perspectiva casi opuesta, McGuire y Troisi17 interpretan la alta prevalencia de dependencia de alcohol y otras sustancias durante los años clave en la reproducción como la consecuencia de un funcionamiento subóptimo del sistema de conducta reproductiva porque, según estos autores, la dependencia a menudo es observada entre personas que fracasan en la adquisición de pareja.

CARACTERÍSTICAS AMBIENTALES

Llevar a cabo o no una acción que puede ocasionar consecuencias arriesgadas en el futuro para obtener un beneficio actual depende de las expectativas sobre el contexto futuro, comparado con el presente, y con la probabilidad de sobrevivir hasta ese futuro.
En un ambiente estable ahorrar recursos para su uso posterior es la estrategia que habitualmente tendrá más éxito; pero asumir riesgos puede ser una estrategia más efectiva cuando el futuro es impredecible o la supervivencia incierta. Este estado puede llevar a no tener en cuenta el futuro en la toma de decisiones.
En cuanto al momento de la reproducción, la elección arriesgada usualmente es emparejarse precozmente, lo que puede suponer un alto riesgo para la supervivencia futura propia y de la descendencia. Si uno espera hasta que las condiciones sean mejores, con más recursos, puede obtener mejores resultados. Sin embargo cuando el ambiente futuro es inestable, el asumir pronto riesgos, específicamente la reproducción precoz, será la elección más efectiva4,26.
Algunas investigaciones inspiradas en la perspectiva de la historia vital han valorado la impredecibilidad en el medio familiar como una dimensión es particularmente relevante para caracterizar el funcionamiento de familias donde uno de los padres es alcohol dependiente y donde los niños encuentran poca estabilidad. La falTA de rutinas y reglas familiares consistentes durante un periodo crítico en el desarrollo tienen consecuencias a largo plazo para la conducta y las respuestas emocionales. Las características del ambiente infantil pueden conducir a un modelo mental de que el futuro es incierto, ocasionando el rechazo de recompensas y beneficios futuros por no confiar en ellos. Este modelo mental se desarrolla a través de procesos de apego interpersonal26

HISTORIA VITAL Y CONSUMO DE ALCOHOL

En su revisión, Hill y Chow26 encuentran que el abuso de alcohol muestra un patrón semejante a otros tipos de conductas de riesgo: es más frecuente en varones, sobre todo entre los 18 y 29 años, y decrece con la edad. El matrimonio y sobre todo la parentalidad disminuyen la tasa de abuso de alcohol. Los ingresos económicos (como medida de los factores ambientales que pueden ocasionar incertidumbre sobre el futuro) parecen inversamente relacionados con el consumo de alcohol, aunque este punto, según los propios autores, requiere más estudios.
Una perspectiva de la historia vital nos ayuda a comprender el abuso de alcohol y otras conductas de riesgo interpretándolas como funcionales, con el objetivo último pero no consciente de obtener recursos sociales y económicos con la finalidad de dejar descendencia. Esta perspectiva de causas últimas no contradice ni entra en conflicto con explicaciones de mecanismos próximos.


NEUROBIOLOGÍA, PERSONALIDAD Y CONSUMO DE ALCOHOL

Higley y cols7,27 han estudiado el consumo de alcohol en primates no humanos (macaco rhesus). Llegan a la conclusión de que existen numerosas similitudes entre los primates humanos y no humanos con respecto a la tipología de Cloninger28 de la dependencia etílica. Según dicha tipología se distinguen en humanos dos tipos de alcoholismo, denominados tipo 1 (circunscrito al ambiente) y tipo 2 (circunscrito a varones), cuyas características principales se resumen en la tabla 1.

FACTORES SELECTIVOS EN EL ALCOHOLISMO TIPO 1
Se considera que el alcoholismo tipo 1 es el resultado del consumo de alcohol para aliviar la ansiedad. La evitación de la ansiedad puede tener tanto consecuencias positivas como negativas. Un ejemplo aparece en la relación materno-filial. La selección natural ha llevado a las crías de los primates a desarrollar una fuerte dependencia de su madre. El vínculo materno-filiar asegura que la cría reciba no solo nutrición y protección física, sino que también facilita la transmisión de información y el apoyo para el desarrollo de independencia y estabilidad emocional en el futuro. La ansiedad y la activación (arousal) son influencias próximas que motivan que la cría de macaco, o el niño, permanezca junto a su madre. Pero un exceso de ansiedad puede ocasionar un contacto físico crónico entre la madre y el hijo, lo que puede impedir que el hijo busque otras relaciones sociales y que establezca vínculos sociales con sus iguales.
La manipulación experimental del vínculo temprano materno-filial en macacus rhesus (criándolos con madres menos sensibles a sus necesidades, o en grupos de iguales sin madre) puede llevar a los macacos adolescentes a mostrar un perfil de elevada ansiedad y arousal, lo que se relaciona positivamente con tasas de consumo de alcohol, compatibles con las predicciones del alcoholismo tipo 1. Cuando los macacos criados por su madre son separados de ella en la adolescencia la ansiedad ante diferentes condiciones ambientales desencadena un consumo de alcohol excesivo.
En resumen, un rasgo como la ansiedad, que promueve el vínculo materno-filial, en un ambiente determinado puede ser adaptativo. Pero bajo diferentes condiciones ambientales es desadaptativo, como cuando la ansiedad impide la formación de vínculos sociales, disminuye las oportunidades de obtener pareja o induce dependencia del alcohol. McGuire y Troisi17 entienden en parte el abuso de alcohol como una estrategia para desplazar las consecuencias indeseables que se asocian con fracasos reales o imaginados.

FACTORES SELECTIVOS EN EL ALCOHOLISMO TIPO 2
El alcoholismo tipo 2 de Cloninger incluye entre sus componentes centrales una edad temprana de inicio de problemas con el alcohol, conductas antisociales y problemas de funcionamiento social tales como escasa filiación social y pocas habilidades sociales, disminución del control de impulsos, agresión excesiva, alta búsqueda de novedades y baja evitación del daño. Cloninger propuso que el déficit de serotonina en el SNC contribuiría al riesgo de desarrollar alcoholismo de tipo 2.
El déficit en ácido 5-hidroxiindolacético (5-HIAA, principal metabolito de la serotonina) en el líquido cefalorraquídeo (LCR) se correlaciona no solo con el alcoholismo de tipo 2 de Cloninger, sino con toda una serie de circunstancias que en principio parecen altamente nocivas para la supervivencia y capacidad de reproducción tanto en humanos como en primates, pero que tienen su significaco adaptativo en contextos determinados.

Tendencia a evitar las relaciones sociales

Un déficit de 5-HIAA en LCR se correlaciona con una socialización reducida. Los problemas de funcionamiento social que empiezan a edades tempranas se correlacionan a su vez con el uso excesivo de alcohol y otras sustancias en la adolescencia. Desde el punto de vista evolucionista la cuestión es ¿qué ventaja adaptativa puede obtenerse de la conducta que tiende a evitar las relaciones sociales? Formar parte de un grupo social tiene ventajas evidentes, como defenderse de depredadores. En épocas de abundancia el vivir en grupo tiene pocos costes nutricionales para los primates. Pero hay condiciones donde vivir solo puede ser más beneficioso. Por ejemplo, en tiempos de escasez los grupos sociales grandes pueden consumir rápidamente sus limitados recursos. Una posible ventaja de ser solitario cuando los recursos son escasos es que el primate que se alimenta por su cuenta puede evitar competir con otros miembros del grupo y así es más probable que continúe obteniendo las calorías suficientes para sobrevivir.

Déficits de control de impulsos y conducta impulsiva

La impulsividad puede llevar al animal a asumir situaciones potencialmente peligrosas (alto riesgo para obtener un posible alto beneficio), como puede ser la búsqueda impulsiva de oportunidades de apareamiento furtivo con el riesgo de desencadenar la venganza de los individuos de un rango social superior

Migración temprana

En el caso de los macacos, los machos jóvenes emigran desde su grupo social a otro. Los individuos con bajas concentraciones de 5-HIAA en el LCR tienden a emigrar más precozmente, muchas veces antes de alcanzar la madurez, lo que puede ocasionar su muerte prematura. Pero es posible que estos machos emigren pronto a la búsqueda de oportunidades sexuales (reproductivas). Los machos que permanecen en su grupo tienen menos probabilidades de reproducirse.

Agresividad

Los bajos niveles de 5-HIAA en LCR están asociados a un tipo de agresividad desenfrenada, no competitiva, que puede hacer que el animal se enzarce en peleas que pueden dar lugar a lesiones importantes o a muerte prematura. Pero cuando no están en grupos sociales los macacos machos adultos a menudo viven y viajan en solitario. Sin el potencial beneficio de la seguridad que ofrece el grupo, los machos solitarios deben defenderse solos. Una tendencia a actuar agresivamente puede ofrecer una ventaja competitiva cuando se enfrenta a otros machos solitarios.

Éxito reproductivo
Durante la estación de apareamiento del macaco rhesus el macho experimenta muchos cambios hormonales y neuroendocrinos, incluyendo un incremento en los niveles de 5-HIAA en LCR. Los machos con concentraciones de esta sustancia por encima de la media tienen una probabilidad significativamente superior de emparejarse y tener descendencia. Por el contrario, los machos con concentraciones de 5-HIAA por debajo de la media tienen un alto riesgo de fracasar en la búsqueda de pareja.
Independientemente de la función serotoninérgica los machos más viejos tienen más probabilidades de reproducirse. Los machos con concentraciones más altas de 5-HIAA que tienen más éxito reproductivo son también probablemente más viejos que sus competidores sin tanto éxito reproductivo. Por el contrario entre los machos con función serotoninérgica disminuida, es más probable que se reproduzcan los más jóvenes. Estas diferencias en cuanto a la edad y los niveles de serotonina pueden interpretarse desde una perspectiva de la historia vital: un macho con altas concentraciones de 5-HIAA puede tener las habilidades y oportunidades para cultivar relaciones con hembras que pueden traducirse en un alto éxito reproductivo. Además, como estos machos también viven más tiempo que los machos con bajas concentraciones de 5-HIAA, pueden tener en promedio más años reproductivos que vivir y reforzar su éxito reproductivo relativo en el futuro. Los machos con bajas concentraciones de 5-HIAA en el LCR se reproducen a una edad más temprana, en una estrategia de “vive deprisa, muere joven...”.

Beneficios tempranos

La selección natural puede favorecer relativamente las bajas concentraciones de 5-HIAA a causa de los beneficios tempranos que confiere. La selección puede mantener tales genes porque en el momento en que el gen ejerce su acción perjudicial su portador ya se ha reproducido más que otros individuos.

DOMINIO Y DEPENDENCIA SOCIAL

En su evolución, el hombre pasó por un estado en que los pequeños grupos sociales eran regulados por una estricta jerarquía de dominio, tal como hoy ocurre en las sociedades de babuinos y macacos. Para su estabilidad la jerarquía requiere de sus miembros ciertos patrones de conducta: irritabilidad hacia los inferiores, ansiedad hacia los superiores, elación al ascender en la jerarquía y depresión al descender29.
Sólo unos pocos individuos obtuvieron las ventajas de convertirse en dominantes (alto éxito reproductivo, acceso desproporcionado a recursos). Otros se convirtieron en subordinados para evitar implicarse en conductas agresivas que les podrían ocasionar lesiones mientras que mantenían los beneficios de ser miembros del grupo (por ej., protección frente a depredadores).
La ingesta de alcohol tiende a liberar patrones de conducta similares a los observados en los individuos alfa para mantener el dominio del grupo: asertividad, agresividad, asunción de riesgos y elevado interés en el sexo24, lo que puede estar relacionado con el incremento que el alcohol provoca en la propia percepción de la capacidad de supervivencia y aptitud reproductiva.
La desigualdad de las condiciones de vida entre dominantes y subordinados puede tener un impacto importante en el abuso de sustancias a causa del aumento del estrés general en subordinados, de que en los individuos no dominantes se favorecen las estrategias a corto plazo, y de la dependencia social4.

DEPENDENCIA SOCIAL

Un individuo subordinado puede intentar establecer una relación socialmente dependiente con uno dominante. Esta relación está marcada por interacciones no confrontativas con el compañero dominante donde el subordnado apoya (o parece apoyar) al individuo dominante mientras trabaja para obtener el mayor beneficio de la relación. La dependencia social proporciona algunos beneficios al individuo subordinado: le permite manipular al individuo dominante, crear un aliado y reducir sus conductas agresivas, promocionar una interacción cerrada entre los dos individuos, favoreciendo así el altruismo recíproco y usar otros tipos de conductas (ej.: apaciguamiento, interacciones paterno-filiales) para implicar al otro en una especie de parasitismo social cuyo fin es la extracción de recursos.
La conducta dependiente puede estar relacionada con ciertos tipos de conducta adictiva; más claramente con aquella en la que aparece el abuso en un momento tardío de la vida y a menudo acompañado por síntomas semejantes a los depresivos (versus un tipo más precoz y asociado a la búsqueda de sensaciones). En estos individuos las drogas ofrecen una huída de los sentimientos negativos y depresivos y/o de situaciones difíciles, frustrantes y estresantes. En general estos individuos no se comprometen conscientemente en la conducta dependiente con drogas, sino que más bien caen en ella al personalizar la relación con la droga y proyectar patrones aprendidos de dependencia hacia la sustancia. Los individuos se centran en los beneficios personales de la droga, como mejorar los sentimientos depresivos, y no reconocen los efectos negativos de su uso.
Tres argumentos apoyan este modelo: 1)en algunos casos el abuso de drogas está relacionado con desigualdades sociales y económicas; 2) los humanos tenemos la capacidad de desplazar patrones derivados de conductas interpersonales hacia objetos; y 3) los adictos tienden a personalizar su relación con las drogas, a menudo a través del simbolismo. Afirmaciones como “Yo puedo controlar la droga” o ”yo sé cuándo parar” podrían ser vistas como reflejo de esta dinámica dependiente.


FACTORES DE PERSONALIDAD


Los trastornos de personalidad que el DSM-IV-TR30 incluye en el cluster B (límite, antisocial, histriónico y narcisista) tienen gran prevalencia en pacientes con uso de sustancias y, entre ellos, los dos primeros citados31. Escapa a la finalidad de este trabajo repasar de forma exhaustiva los factores adaptativos que han favorecido la aparición y mantenimiento de los distintos trastornos de personalidad, pero llamaremos la atención sobre el hecho de que muchos de los rasgos de personalidad característicos de esos trastornos (impulsividad, búsqueda de gratificación inmediata -perspectiva temporal centrada en el corto plazo-, rasgos antisociales, asunción de riesgos) ya han sido valorados en las páginas precedentes.
El rechazo de las convenciones sociales es uno de los más poderosos predictores de uso frecuente de drogas. Se trata de variables relacionadas con búsqueda de sensaciones, rebeldía, tolerancia a la desviación y bajo rendimiento escolar. Los individuos implicados en instituciones orientadas hacia los valores tradicionales (escuela, instituciones religiosas...) tienen el menor riesgo de uso de drogas. Las instituciones tradicionales enfatizan las obligaciones, la inversión a largo plazo y la seguridad. La “convencionalidad” da pocos beneficios a corto plazo. Para muchos (por ej., aquellos con bajo apego) el mundo no es un lugar seguro, y tiene más sentido maximizar los beneficios a corto plazo4,25.

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IMPLICACIONES TERAPÉUTICAS


El interés de la aproximación evolucionista al problema de las drogodependencias no es simplemente teórico o academicista. Esta perspectiva alienta la atención terapéutica hacia la diversidad de factores que influyen sobre las emociones, tales como las relaciones, el apoyo social, desigualdad social, la experiencia de discriminación y las oportunidades o su ausencia. Hay razones por las que las personas que no tienen éxito en la competición social es probable que experimente emociones positivas con menos frecuencia, emociones negativas con más frecuencia, tomen drogas más a menudo y respondan peor al tratamiento. En palabras de Randolph M. Nesse, “aunque no podemos esperar razonablemente ganar la guerra contra las drogas de abuso, podemos usar nuestros conocimientos para desarrollar estrategias adecuadas para el manejo, desde la prevención, tratamiento y salud pública, de un problema que es probable que persista porque está enraizado en el diseño fundamental del sistema nervioso humano”.

 

ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN DE LAS DROGODEPENDENCIAS

Las intervenciones ambientales que mejoren las condiciones generales para el desarrollo de los niños tanto en la familia como en el medio social próximo son fundamentales para reducir la probabilidad de que desarrollen estrategias a corto plazo y rechazo de las convenciones sociales, que a menudo conducen al abuso de sustancias4.
Algunas investigaciones inspiradas en la perspectiva de la historia vital han valorado la impredecibilidad en el medio familiar como una dimensión particularmente relevante para caracterizar el funcionamiento de familias donde un de los padres es alcohol dependiente y donde los niños encuentran poca estabilidad. La ausencia de rutinas y reglas familiares consistentes durante un periodo crítico en el desarrollo tienen consecuencias a largo plazo para la conducta y las respuestas emocionales. Las características del ambiente en los primeros años de vida pueden conducir a un modelo mental de que el futuro es incierto, llevando al rechazo de recompensas y beneficios futuros por no confiar en ellos. Este modelo mental se desarrolla a través de procesos de apego interpersonal26. Alterar la predecibilidad ambiental puede ser un objetivo factible para la intervención en terapia familiar que podría producir resultados duraderos. En consistencia con esta afirmación, casi la única estrategia preventiva para el uso indebido de alcohol en jóvenes que reúne criterios Cochrane de eficacia es justamente un programa familiar13.

TERAPIAS PSICOLÓGICAS

En la terapia, es probable que sean efectivas las tácticas que tengan en consideración la resistencia inicial debida a la desviación de las convenciones sociales y los modelos cerrados (por ejemplo, la entrevista motivacional de Miller y Rollnick32), seguidas de intervenciones más centradas en el desarrollo de la autorregulación y de estrategias conductuales y vitales a largo plazo. Se han descrito terapias de grupo para las adicciones a la luz de la teoría del apego33,34.
La idea de que tanto la dependencia de sustancias como los procesos sociales pueden involucrar a los mismos sistemas emocionales cerebrales plantea la cuestión de cómo la dinámica social podría jugar un papel importante tanto para facilitar como para disuadir del consumo de sustancias, y qué podríamos hacer para orientar de forma adecuada esa dinámica social.
La elevación temporal de la capacidad autopercibida de supervivencia y aptitud reproductiva podría ser una vía de abordaje para los terapeutas cognitivos, que pueden ayudar al consumidor de la sustancia a evaluar sus expectativas y cogniciones ligadas la consumo13: “te sientes más sexy cuando bebes. Revisemos las pruebas de tu éxito sexual bajo la influencia del alcohol”.

TERAPIAS FARMACOLÓGICAS

Los alcohólicos de tipo 2 de Cloninger, caracterizados por una baja producción de serotonina en el SNC, podrían beneficiarse en teoría de fármacos serotoninérgicos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)7. Sería sin embargo demasiado simplista pensar que los pacientes tipo 2 beberían de forma menos arriesgada si tomasen un ISRS. De hecho, parece que los pacientes tipo 2 pueden tener una evolución menos favorable con ISRS que con placebo, o no mostrar respuesta mientras que los pacientes de tipo 1 sí se benefician de estos fármacos13.
Desde el punto de vista de los sistemas emocionales se está prestando especial atención al sistema dopaminérgico. Se ensayan antagonistas y agonistas parciales de los receptores dopaminérgicos, e incluso la inmunización contra el agonismo dopaminérgico. Sin embargo, de acuerdo con las teoría evolucionistas, los agentes que antagonizan la dopamina directamente tendrían efectos antihedónicos por lo que habría que esperar grandes dificultades en la cumplimentación del tratamiento. Otros fármacos modulan las emociones tales como la ansiedad de separación y podrían jugar un papel relevante en la terapia: agonistas de la oxitocina, agonistas de la prolactina, agonistas colinérgicos nicotínicos y agonistas alfa1-adrenérgicos como la clonidina. La oxitocina además reduce el desarrollo de tolerancia a los opiáceos, lo que podría significar que esta sustancia sirvió a la función evolutiva de mantener la eficacia de la recompensa mediada por los opioides en los animales jóvenes6,35.


CONCLUSIONES


La mayoría de los investigadores en el campo de las drogodependencias han dirigido sus trabajos al problema de por qué unas personas abusan de sustancias y otras no, es decir, hacia los mecanismos próximos que explican el consumo. En esta revisión se ha examinado en cambio por qué todos somos vulnerables al abuso de sustancia, es decir, cuáles son las causas últimas. La respuesta está en las fuerzas de la selección natural que han ido configurando nuestro cerebro.
La estirpe de primates de la que procede el Homo sapiens puede haber estado en contacto con dosis bajas y continuadas de etanol al menos en los últimos 24 millones de años. El significado evolucionista del consumo de alcohol podría tener que ver con el hecho de que dosis bajas y diarias pueden tener efectos beneficiosos, además de facilitar la localización de alimento y la ingesta calórica. Sin embargo algunos autores consideran improbable que los bajos niveles de alcohol puedan haber conferido alguna ventaja evolutiva en el ambiente ancestral.
Puesto que los homínidos han sido expuestos a aleloquímicos psicotrópicos durante millones de años y pueden haber desarrollado adaptaciones para explotar los sustitutos químicos vegetales de los neurotransmisores, una motivación a la búsqueda de sustancias psicotrópicas activada por el déficit de neurotransmisores podría no ser patológica.
Las hipótesis tradicionales sostenían que la dependencia de drogas se debe al refuerzo positivo mediado por la vía dopaminérgica mesolímbica como sistema de recompensa. Desde una perspectiva evolucionista se distinguen dos sistemas relacionados con el bienestar que tienden a operar de un modo simbiótico: los sistemas modulados por la dopamina regulan la aproximación a la recompensa y los sistemas modulados por los opioides regulan la consumación de la recompensa. El sistema dopaminérgico de motivación evolucionó para adaptarse a la búsqueda de recursos en un medio donde estos eran limitados y distribuidos de forma irregular. Según diversos autores el modo en que las vías dopaminérgicas motivan a la búsqueda de la droga puede ser dotando de saliencia al estímulo o bien por medio del incremento de la capacidad autopercibida de supervivencia y aptitud reproductiva. El placer generado por el sistema opioide tiene que ver evolutivamente con procesos de vinculación social.
Los problema de apego en la infancia pueden hacer que la perspectiva temporal se centre en lo inmediato porque el futuro parece incierto. La falta de apego facilita el desarrollo de modelos cerrados del mundo y tendencia a la desviación de las convenciones sociales. Unos cuidados parentales deficitarios provoca un sistema regulador de las emociones frágil. Todas estas situaciones pueden contribuir a que una persona con trastornos del apego se inicie en el consumo de sustancias.
La teoría de la historia vital explica desde una perspectiva evolucionista la tendencia a asumir riesgos en general y el riesgo que supone el consumo de sustancias en particular. La asunción de riesgos es más frecuente en varones jóvenes sin pareja y sobre todo sin hijos. Esta puede ser la estrategia más efectiva cuando las circunstancias ambientales son adversas y el futuro incierto. La impredecibilidad en el medio familiar puede empujar al consumo de sustancias.
El consumo de alcohol en el alcohoismo de tipo 1 de Cloninger parece tener que ver con problemas para manejar la ansiedad. En el tipo 2 toda una serie de rasgos de personalidad aparentemente deletéreos relacionados con niveles bajos de serotonina en el SNC tienen un significado adaptativo: tendencia al aislamiento social, impulsividad, agresividad, etc.
La dependencia de drogas que empieza a edades tardías puede tener relación con el desarrollo en principio adaptativo de dependencia social, al proyectar patrones aprendidos de dependencia hacia la sustancia y personalizar la relación con la misma.
Impulsividad, búsqueda de gratificación inmediata, rasgos antisociales, asunción de riesgos y rechazo de las convenciones sociales son algunas características de personalidad que favorecen el consumo de sustancias y han sido seleccionadas evolutivamente.
La aproximación evolucionista apoya una búsqueda integral de las causas próximas del abuso de sustancias y también apoya los tratamientos psicosociales en conjunción con los farmacológicos.
No existe por el momento una teoría unificada que pueda explicar el complejo fenómeno de la drogodependencia desde la perspectiva evolucionista; incluso algunas hipótesis son contradictorias. Probablemente algunas de las ideas esbozadas en este trabajo serán rechazadas en el futuro. La investigación en este campo requiere obtener datos fiables de múltiples fuentes: arqueología del consumo humano de plantas; historias orales de culturas que han dejado de ser cazadoras-recolectoras en épocas recientes; estudios observacionales de homínidos en su medio natural; y estudios experimentales sobre el efecto de las drogas en otros animales. La última prueba sería comprobar si la hipótesis evolucionista mejora nuestra modesta capacidad de ayudar a los consumidores de drogas a dejar de consumir o al menos a disminuir los daños causados por la sustancia36.


 

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Tabla 1: TIPOLOGÍA DEL ALCOHOLISMO DE CLONINGER

Tipo 1 alcoholismo circunscrito al ambiente
Tipo 2 alcoholismo circunscrito a varones
CARACTERÍSTICAS


Edad de inicio
Después de los 25 años
Antes de los 25 años
Capacidad para abstenerse de beber
No
Patrón de consumo
Pérdida de control tras iniciar el consumo
Consumo de grandes dosis de bebida
Sexo
Hombres y mujeres
Sólo varones
Hereditario
En parte, pero influido por el ambiente
No suelen tener historia familiar de delincuencia
Sí. Alto nivel de sociopatía en los padres

Consecuencias
La gravedad dependerá del ambiente en su infancia.
Pocas conductas agresivas
Las consecuencias tanto sociales como médicas son recurrentes y graves
RASGOS DE PERSONALIDAD


Búsqueda de novedad *
Baja
Alta
Evitación del daño**
Alta 
Baja
Dependencia de recompensas***
Alta
Baja
* “Búsqueda de novedad”: tendencia hereditaria hacia la actividad exploratoria e intensa alegría como respuesta a estímulos nuevos o apetitivos
** “Evitación del daño”: tendencia hereditaria a responder intensamente a los estímulos aversivos y a sus señales condicionadas, con lo cual se facilita el aprendizaje para inhibir el comportamiento con el fin de evitar el castigo, la novedad y la omisión frustrante de recompensas esperadas
*** “Dependencia de recompensas”: implica cambios del mantenimiento conductual o resistencia a la extinción del comportamiento previamente recompensado.